Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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Occidente contra los BRICS.

28/11/2024

En esta parte del mundo que llamamos occidente (la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido), los medios informativos no ofrecen prácticamente nada sobre la cumbre de los BRICS en Kazán −muestra evidente de la censura informativa sobre todo lo que se refiere a la Federación Rusa, cuando no mentiras, bulos y fakes a mogollón en los detalles entre la guerra de la OTAN y Rusia en Ucrania−. Sin embargo, la cumbre tiene tal repercusión mundial que no pueden tapiar las orejas de los pocos más de 1.000 millones de personas que componemos ese Occidente, llamado primer mundo de manera eufemística. Y las noticias se cuelan por cientos de intersticios.

Primero, ¿qué son losBRICS? A estas horas, una buena parte de los posibles oídos receptivos tendrán una idea muy aproximada sobre ello. BRICS es un acrónimo de las iniciales de los países que, hace un par de años, comenzaron a poner en el tapete mundial una idea obvia pero trascendental: otro mundo es posible al margen del occidental. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se reunieron con el objeto de formar un grupo de países en réplica paralela al G-7 occidental. A estos países se les han unido Irán, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Nueve países que suman 3.600 millones de habitantes, el 45% de la población mundial, que disponen de más de la mitad de reservas y producción de petróleo y gas además de que sus economías suponen el 38% del PIB mundial, un total de 30 billones de dólares. Sin contar con que abarcan 25,5 millones   de Km2, el 17% del total de las tierras firmes del planeta.

Es el Sur global que quiere salir de la asfixia económica y vital que, durante ocho décadas, el llamado occidente, liderado, claro está, por Estados Unidos, les ha proporcionado.

A la fecha, en esta cumbre participan 32 países a un alto nivel de representación, 24 de ellos al de jefe de estado; los BRICS tienen peticiones de otra veintena de países para entrar en el club. Países como Turquía, Bielorrusia, Malasia, Colombia, Cuba, Azerbaiyán, Tailandia, Armenia, Venezuela, Bolivia, Vietnam… además de otros pendientes de aceptar o pedir la entrada como México, Arabia, Nigeria, Indonesia… En total, si llegase el momento de entrar todos ellos al grupo, serían otros 1.100 millones de personas incrementando a los 3.600 millones anteriores.

Para un imperio que ha vivido durante más de un siglo (1914-2024) constatando que el mundo se movía al son que tocaba y que, ahora, el planeta tiembla bajo sus pies −hablamos de Estados Unidos−, la unión de todos estos países, gigantes varios de ellos, enarbolando la enseña de paridad, defendiendo el hecho de un mundo multipolar −además del Sur− que no un mundo en donde se diga y haga lo que Estados Unidos quiere que se haga o diga, interpreta que es, puede ser, el principio del fin. De su final, claro, de su hegemonía mundial en los tres niveles: el geoestratégico, el económico y el militar.

Que está muy cercano el día en que China superará a Estados Unidos en esos tres aspectos es algo que nadie pone en discusión. Eso sí, con una condición: que el desarrollo de la humanidad continúe sin cataclismos que pongan en peligro la propia supervivencia del planeta. Y solo pueden pasar por un desastre climático que coloque al planeta en una situación irreversible o, y esto es más probable, una guerra nuclear.

El problema no es saber si llegará ese día, o no. El problema es constatar cómo reaccionará Estados Unidos cuando lo vea como definitivo. ¿Reaccionará bajo la máxima de morir matando? Hasta ahora, lo que se puede deducir de la prepotencia americana es que hay muchas posibilidades de responder que sí, que los Estados Unidos, y con él los dominguillos que componen la OTAN europea y la del Pacífico −la que quieren formar con Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Japón, Filipinas o Taiwan−, caso de verse desbordados, protagonizaría la tercera guerra mundial, guerra que sería definitiva para la especie humana.

Dejemos de lado esta digresión, algo que no está muy lejos de una temida posibilidad y que, en parte, es el origen de dos guerras presentes, las dos con el mismo protagonista real, el que marca las pautas, los tempos y la extensión. País que no es otro que Estados Unidos mediante sus polichinelas, Israel por un lado y la OTAN por el otro. Vayamos a otros porqués de la creación de esta unión de países al margen de Occidente y de la ONU, por primera vez en la Historia.

Con la creación de este enorme y potente bloque al margen del llamado primer mundo u Occidente, se está intentando subvertir el orden económico mundial en donde el dólar era, es todavía si bien por poco tiempo, la moneda patrón de manera absoluta.

Brevemente, ¿qué significa y ha significado el que el dólar sea la moneda patrón a nivel mundial? Al ser la moneda con la que se transacciona, Estados Unidos puede darle a la máquina de fabricar billetes con total impunidad y despreocupación ya que su moneda será la que le acepten en cualquier sitio para ventas y compras.

Expliquemos este tema.

A finales de 1944, con el final de la guerra mundial en vísperas, Estados Unidos era el único país que no estaba deshecho por la contienda. Toda Europa, evidentemente el resto de continentes, estaba destrozada por los efectos demoledores de una guerra total a nivel planetario. Por lo tanto, estaba en condiciones de imponer sus pautas, incluso a países como la Unión Soviética o la naciente China. Bajo el paraguas vigilante de un país que, desde ese momento, ejercería de gendarme mundial, y que impuso la normativa conocida como de Bretton Woods para establecer un nuevo modelo económico mundial. La idea era crear un sistema monetario internacional que fuera estable. El objetivo menos transparente, más oscuro, era el de que la economía norteamericana fuera la gran beneficiada de esos acuerdos.

Cuarenta y cuatro países firmaron las bases por las que el dólar americano fuera la moneda referente internacional. Se crearon el FMI y el Banco Mundial con el objetivo teórico de ayudar a los países en vías de desarrollo. La realidad fue muy lejana a este loable objetivo ya que forjaron dependencias de esos países de todo tipo a causa de las deudas contraídas. Como aval de esos acuerdos se fijó el patrón oro que respaldase la emisión de dinero. Es decir, solo se podría emitir la cantidad de billetes que pudieran respaldar los depósitos de oro en ese país.

Aunque eso no se respetó de manera radical, la normativa siguió funcionando de esa manera hasta 1971. Ese año, Nixon le puso fin a la conversión del dólar en oro. Esto quería decir que la maquinita de hacer billetes podría funcionar como el anuncio de las pilas: <<Y duran, y duran, y duran>>. Que, en nuestro caso, se podría traducir <<Más y más y más billetes>>. Al trabajo ingente de la maquinita no lo frenaba nadie, a pesar de fabricar billetes hasta caer de un burro y que el oro de Fort Knox no pudiera avalar esa montaña de dólares, como era el dólar, precisamente, la moneda patrón y seguiría siendo para las transacciones vitales en el mundo, por ejemplo, la compra de petróleo o de gas, la economía de Estados Unidos no se resentiría. Si en un momento dado gastaban más que ingresaban, con darle a la manivela y fabricar billetes que, luego, todo el mundo estaría ansioso de tenerlos, bastaría.

Durante estas ocho décadas el dueño de la moneda, esto es, Estados Unidos, ha podido dictar leyes, emitir condenas, dictar sanciones a su antojo, de manera unilateral muchas veces. Un ejemplo de ellas es el infame embargo a Cuba durante más de sesenta años.

Explicado esto, se entenderá más fácil uno de los objetivos de los BRICS. Quizá el que más daño puede hacerle al gendarme actual mundial. Reconvertir la situación de la moneda patrón. Forzar a que los pagos de productos vitales a nivel mundial se paguen en otra moneda que no sea el dólar. Y como los BRICS, además de tener muchas otras materias primas −y de manera apabullante sobre Occidente−, disponen de la mitad de la producción mundial de petróleo y de gas, pueden hacerlo, pueden forzar. La aparición de nueva moneda de cambio está en el alero. Puede ser el yuan, el rublo o, también, puede ser el intercambio de materias mediante el pago en la moneda de cada país. En cualquier caso, desplazando radicalmente al dólar.

Un dólar que, si esto ocurre, ya no podría nacer mediante la maquinita, alegremente. Y, si esto se llevara a cabo, que se llevará, el descalabro financiero de Estados Unidos estaría a la vuelta de la esquina.

Para más inri, la filosofía de este grupo de países sale a la luz con la idea de que obedece a un mundo multipolar paritario en los temas de derechos y deberes, países de dos continentes y medio correspondientes al mundo en vías de desarrollo o al mundo subdesarrollado: África, Asia y América Latina, con la intención de tener un peso efectivo al de cualquiera, incluso si ese cualquiera es Estados Unidos, Europa, Canadá o Japón. Idea atractiva por demás para países que han estado, la mayoría de ellos e ininterrumpidamente, subyugados, bajo la tiranía de Occidente bien por la vía de colonia física o virtual.

De ahí la gran atracción que tiene el grupo, la gran movida que se está fraguando en Kazán, el respaldo indirecto a Rusia por parte de la mitad mundial y, por la otra parte, la cólera, el enfado, el disgusto de quien es gran emperador del orbe, por el momento, y de sus acólitos europeos. Consecuencia de ello es la escasa, por decir algún adjetivo, información sobre el evento en los medios europeos, de igual forma en los de aquí. Si, por alguna casualidad, se informara adecuadamente, se comunicase al ciudadano europeo los apoyos de media humanidad a las iniciativas rusas, todos los bulos y falsedades con base a la guerra en Ucrania, la propaganda bélica de la OTAN, las medias verdades, las mentiras completas, se vendrían abajo como fruta madura o como fichas de dominó.

Nos intentan vender la soledad de Rusia, personalizando en Putin esa soledad y resulta que, ahora mismo, un bloque que representa a más de media humanidad, bloque que está representando a cerca de 4.500 millones de habitantes del planeta Tierra, firman acuerdos, convergen en posturas sobre la guerra en Ucrania, el genocidio en Palestina y el Líbano, hablan de igual a igual, pactan nuevas formas de coexistencia, suscriben acuerdos para que el mundo se libre del patrón dólar, beneficioso solo para el jefe actual, respetan de manera considerable al dinamizador del bloque que no es otro que la Federación Rusa. Se está cayendo a trozos, y a trozos grandes, las argucias, invenciones, embustes que la OTAN, la única organización militar que es ofensiva −y el que lo dude no tiene más que mirar su historial−, y Estados Unidos, el país distorsionador del planeta −y el que lo dude no tiene más que repasar las doscientas cincuenta guerras en las que ha estado involucrado de primera mano a lo largo de sus tres siglos de existencia− han fabricado durante ochenta años de su existencia.       

Esto no significa que Putin, a nivel personal, sea un santo. No será ni mejor o peor que Biden, Trump, Hamala, Bush, Truman, Von der Leyen, Borrell, Stoltenberg, o tantos y tantos de los dirigentes actuales del planeta. Pero, esta certeza no puede tapar, ocultar, falsear muchas realidades, entre ellas las de dos guerras, Ucrania y el genocidio palestino, amén de otras cincuenta existentes, buena parte en el continente africano. Y, ¡casualidad!, en la mayoría de estos conflictos la mano que mece, o ha mecido, la cuna, es la misma: Estados Unidos. Esto último nos debiera hacer reflexionar, contrastar un poco más y, después, razonar.   

Las últimas informaciones sobre la cumbre de Kazán confirman que son, ya, 27 países los que quieren entrar al selecto club de países emergentes del Sur global y conformar, en un futuro muy próximo, los BRICS ampliados. Países todos que, hasta ahora, estaban considerados por el Occidente unipolar liderado por el emperador a todos los efectos, y muy despectivamente, como tercermundistas, como mucho, en vías de desarrollo. Una vez despiertos, saben que el futuro les pertenece en la misma medida que los que explotan, y han explotado, sus recursos y lo defenderán de manera irrenunciable. Saben, también, que conforman, hoy, más del 55% de la población terrestre, almacenan un 80% de gas y petróleo, el 70% de materiales y minerales básicos para el desarrollo planetario y abarcan, aproximadamente, un 30% de la superficie emergida del planeta.

Sus representantes, en Kazán y liderados por China y la Federación Rusa, no han tenido dificultades en consensuar un documento en donde instan, Rusia incluida, a plantear, lo más breve posible, negociaciones para alcanzar la paz en Ucrania bajo el marco de la Naciones Unidas, avalando la integridad territorial, pero con el respeto a las minorías y a las decisiones de éstas. En el mismo documento exigen a Israel parar el genocidio en Palestina y Líbano, así como a Occidente instando al reconocimiento de los dos estados y que frene su apoyo al estado de Israel. Igualmente, optan a estudiar el nuevo marco internacional que rompa el monopolio del dólar y favorezca un intercambio favorable para el Sur Global y no solo para Occidente, en especial para Estados Unidos.

¡Y todo ello, con Europa en Babia!      

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