Maite Ramos es ex Técnica de participación ciudadana
Está surgiendo una nueva división mundial de género, las visiones del mundo de hombres y mujeres jóvenes se están separando. Este titular, que casi suena al Manifiesto Comunista, se leía en un reciente artículo del Financial Times: ‘En países de todos los continentes se ha abierto una brecha ideológica entre hombres y mujeres jóvenes’, señalaba John Burn-Murdoch, que avalaba su afirmación con encuestas y estadísticas* de diferentes países del mundo:

Según estos estudios, en Estados Unidos las mujeres de entre 18 y 30 años son ahora treinta puntos porcentuales más liberales que sus contemporáneos masculinos. También en Alemania hay una brecha de treinta puntos entre los hombres jóvenes cada vez más conservadores y las mujeres progresistas contemporáneas. En Reino Unido es de veinticinco puntos la brecha. En Corea del Sur existe un abismo entre hombres y mujeres jóvenes, y la situación es similar en China y Túnez. Podríamos decir que la generación de menores de 30 años actúa como dos generaciones distintas; ellas mas progresistas, ellos mas conservadores, afirma Burn-Murdoch.
Es un pequeño terremoto al que hay que prestar atención. Dos ejemplos: las elecciones en Argentina y Polonia en 2023. Al triunfo de Javier Milei en Argentina podría haber contribuido la brecha entre hombres y mujeres jóvenes. El 41,50% de los jóvenes de 16 a 30 años votaron mayoritariamente al partido de Javier Milei, rango mucho mayor que el otorgado por las mujeres de esta edad, que votaron en mayor porcentaje a Massa, de tendencia peronista y progresista. Además, el voto global de las mujeres se fue mayoritariamente a Massa, con un 26,20%, frente al voto masculino medio se fue a Milei en un 27,10%. En las elecciones parlamentarias de Polonia, el 50% del voto de hombres jóvenes, de 18 a 21 años, fue al partido de extrema derecha Confederación, frente al 16% de las mujeres jóvenes.
Aunque en menor dimensión, en España este fenómeno también tiene su expresión. En el estudio de los barómetros del CIS de los últimos años, realizado por Sergio Sanguiao, se destacaba el aumento del porcentaje de hombres que se sitúan a la derecha en la franja de edad de 18-24. Esto crea una brecha ideológica con las chicas. En marzo de 2024 el promedio de autoubicación ideológica de los chicos de 18-24 años (del 1 -lo más a la izquierda- al 10 -lo más a la derecha-) se situaba en 5,09 puntos y en las chicas en 4,51. La diferencia respecto a hace diez años es de 63 décimas de subida los chicos (4,46 puntos) frente a las 19 décimas en el caso de las chicas (4,32 puntos). La brecha ha aumentado. Actualmente las chicas de 24 años son las que se sitúan mas a la izquierda, autoubicadas en un 4 frente a 4,87 de ellos. El avance del feminismo ha penetrado en las nuevas generaciones, pero no de manera homogénea: las mujeres están más a la izquierda que ellos, cuando tradicionalmente ha sido al contrario.

El estado español en los últimos años ha sufrido un proceso de polarización en cuyo centro está la controversia en torno a la igualdad de género y la violencia sexual. La extrema derecha ha abanderado el antifeminismo. Ha introducido en el debate público temas que parecían superados, rompiendo así con un cierto consenso social y dando categoría de defendible a cuestiones que atentan contra los derechos humanos.
En la encuesta del CIS ‘Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género’ (https://www.cis.es/documents/d/cis/es3428mar_HyM_A) realizada en noviembre de 2023, un dato del estudio obtuvo gran repercusión mediática: un 44,1% de los hombres aseguraba que “se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”. Algo que piensan el 32,5% de las mujeres. Esto es sobre todo relevante porque casi el 52% de chicos de 16 a 24 años estaban de acuerdo con esta afirmación. Datos que están en sintonía con los recogidos en Gran Bretaña en la encuesta de IPSOS de 2024. Piensa el 47% de los británicos que cuando se trata de dar a las mujeres los mismos derechos que a los hombres, ‘las cosas han ido bastante lejos’. En 2023 lo expresaba así el 38% y en 2019 un 29%. Un aumento notable. Parece un fenómeno global.
Posiblemente, tengan algo que ver los influencers de la red en el aumento de la brecha ideológica entre hombres y mujeres jóvenes, ya que promueven viejos modelos de masculinidad. Además, normalmente generan contenidos misóginos cercanos a postulados de extrema derecha y que son seguidos por chicos fundamentalmente. En sentido contrario, para las chicas, el movimiento global #MeToo, el #Cuéntalo, las protestas masivas del 8M y recientemente el movimiento #SeAcabó, visibilizaron y fomentaron valores fuertemente feministas entre las mujeres jóvenes. La brecha también crece porque hay una reacción a los cambios sociales de algunos hombres jóvenes que se sienten perjudicados. Perciben una pérdida de privilegios y dificultades de adaptación a las nuevas circunstancias. Esto les crea resentimiento y como sabemos, los conflictos se alimentan de ellos.
Todos los cambios producen incertidumbre. En la escuela tendríamos que aprender a encajar la frustración, a resolver conflictos y a naturalizar la incertidumbre. Eso supondría prepararnos para la vida. Alfredo Ramos, en su libro ‘Perforar las masculinades’, plantea: ‘… si queremos enfrentar los elementos negativos de la masculinidad, tenemos que generar condiciones de incertidumbre. La incertidumbre tiene que ver con la posibilidad de deshacer ese camino, ese campo minado que define que es ser un hombre o qué es lo masculino. La incertidumbre es una condición de libertad, de posibilidad’.
Al final, parece que el feminismo es utilizado como cortina de humo para ocultar los verdaderos problemas: la precariedad laboral, el precio de la vivienda, las dificultades para la emancipación, la crisis de lo masculino, la patraña del ascensor social … No se cumplen las promesas de bienestar que se hicieron si se acataban las normas sociales y se buscan culpables fuera.
Estas situaciones generan también cambios, como el cuestionamiento del género, las relaciones abiertas y poliamorosas o las nuevas familias. Se une a esto el que parece que actualmente sea más difícil emparejarse en relaciones heterosexuales, tener un proyecto común, debido a las diferencias ideológicas. Cada vez hay más mujeres jóvenes -en torno a 35 años- que deciden vivir una maternidad en solitario sin esperar a tener pareja. Por otra parte, a los hombres les resulta cada vez más complicado mantener su papel social. El suicidio les afecta de manera significativa. Hay una importante relación entre algunas causas de suicidio y el rol masculino. Los hombres suponen el 75% del total de las 4.227 personas que pusieron fin a su vida en 2022. Dato demoledor.
También hay un aumento de la depresión. El filósofo italiano Franco Berardi se pregunta en su último libro, ‘Desertemos’, por la naturaleza de este fenómeno y propone la siguiente interpretación: ‘No es depresión, sino deserción’. Se diagnostica y medicaliza lo que es un fenómeno existencial y político. Asegura que lo verdaderamente anormal es adaptarse a una sociedad enferma.
Hay algo que está quebrando en nuestro universo y que inquieta. No tiene por qué ser malo, solo que ya sabemos que resulta difícil vivir en la incertidumbre, aunque ésta pueda ser prometedora y alumbre un nuevo mundo. Suena Leonard Cohen** y nos dice ‘… hay una grieta en todo, así es como entra la luz’. Contribuyamos a agrandar la luz.
*Financial Times. Fuentes: Daniel Cox, Survey Center on American Life; Gallup Poll Social Series; FT analysis of General Social Surveys of Korea, Germany & US and British Election Study.
**Leonard Cohen. Álbum The future. Anthem.
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