El sábado se congregaron en València casi 140.000 personas para pedir la dimisión del presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, por su responsabilidad ante los muertos que ha dejado esta gota fría. Una DANA que se ha llevado ya la vida de más de 200 personas y las casas, los coches, las empresas, de la mayoría del pueblo valenciano. Un pueblo al que sus instituciones en manos del Partido Popular, no avisaron, un pueblo al que obligaron a ir al trabajo a pesar de saber de hacía días los riesgos que conllevaba. Mala gestión, negacionismo climático y la búsqueda incesante de la acumulación de capital provocaron el mayor trauma colectivo que se recordaba en el País Valencià desde la riuà del año 1957.
El sábado este mismo pueblo, tantas veces maltratado y tantas veces usado como moneda de cambio, salió a la calle en una auténtica marea de dignidad, de las víctimas emergía la ciudadanía en su pleno sentido republicano. Frente a los bulos que han corrido en las redes estos días, el pueblo expulsó de la manifestación al intoxicador de Vox Bertrand Endongo. Frente las organizaciones abiertamente fascistas que se han desplegado estas semanas, el pueblo mostraba cuando de lejos está de sus proclamas racistas. Un grito unánime que decía “Mazón Dimissió”, “Mazón a prisión”, “Asesino”, “Criminal”, o “cuando la alarma sonaba la gente se ahogaba”. Que recordaba el incidente del Metro del 2006 donde debido de nuevo a la incompetencia y el maltrato de los servicios públicos del PP de Camps perdieron la vida 46 personas.
Al ver la manifestación desbordada la respuesta del PP no se hizo esperar, hizo lo que siempre ha hecho la derecha al País Valencià cuando ha visto peligrar su dominio: sacar el espantajo del catalanismo. En concreto acusaba a entidades “catalanistas de los ‘Países Catalanes’ que vienen a montar lío”. Pero frente el odio anti-catalanista del Partido Popular, dirigentes de los Comunes como Jessica Albiach asistían a la manifestación a mostrar su solidaridad, la CUP organizaba a centenares de voluntarios para ir a ayudar a sacar el barro en que se ahogaban los pueblos afectados entre tantas otras organizaciones de Cataluña o las Islas Baleares que se han volcado a ayudar a los voluntarios. Ciertamente, podemos entender que para Mazón y el PP esto sea “montar lio”. No les gusta ver a la gente autoorganizada, por eso en lugar de canalizar la inmensa energía popular desplegada para ayudar a los afectados solos les han puesto palos a las ruedas o sino los querían utilizar para limpiar un centro comercial.
“Solo el pueblo salva en el pueblo” es el lema que más se ha usado estas semanas y que resume la situación de abandono institucional a la que se ha enfrentado el País Valencià. Quizás estemos presenciando como se abre un nuevo proceso destituente, donde el divorcio entre una parte de la clase política gobernante y los gobernados se hace evidente. Me dicen los amigos de la que fue mi casa durante cinco años, que el valencianismo tiene una nueva oportunidad. Me dicen que una barbaridad de jóvenes ha salido a las calles y que la manifestación estaba llena de muchos de ellos, muchos que probablemente asistían a su primera manifestación.
Esta será un otoño caliente y de alto voltaje político. De momento la encuesta más reciente con el trabajo de campo hecho estas semanas (29 de octubre a 8 de noviembre) apunta a que Compromís incrementaría su representación llegando a un 21,5% del voto mientras perderían tanto el PSPV como el PP. Parece que los valencianos y valencianas están politizándose de nuevo, sus códigos diferentes pero que riman con los que vivimos durante la Primavera Valenciana. Todavía se pronto para aventurar hacia donde irá toda esta rabia y luto acumulado, pero una cosa es clara, como decía una pancarta de la manifestación “habéis encendido la mecha en la tierra de la pólvora”.
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