
Estoy hasta el gorro de esta beatífica confianza en las nuevas tecnologías y en los nuevos inventos y redes, como por ejemplo Twitter. Sabemos, porque la historia nos lo muestra claramente, que las innovaciones no siempre son buenas. Por ejemplo, el general español Valeriano Weyler se inventó los campos de concentración. También hubo gente que decía que los campos no eran en sí mismos buenos o malos sino que dependía de cómo se utilizaran.
Ahora nos dicen que las redes sociales en Internet, no son buenas ni malas que depende del uso que se haga. Yo creo que no. Cada hora pasada ante la pantalla del ordenador –o del móvil- es una hora perdida y dada gratuitamente a las empresas que nos cobran, telefónicas y amos de los Twitter diversos. De entrada, los tuits no pueden ser más largos de 280 caracteres, un punto de partida muy autoritario. ¿Por qué no puedes escribir 300 o 2.000 caracteres? ¿Quiénes son esta gente para limitarte tan brutalmente? Solo pueden escribir más los ricos.
De todos modos, lo que más me escandaliza es que gente que no tolerarían una injerencia en sus vidas de ninguna de las maneras, en cambio aceptan acríticamente que los limiten en sus relaciones. Normalmente detrás de estas empresas hay un inventor con graves dificultades de relación personal. La gente se ha creído que las nuevas redes son una nueva forma de relación personal. Un axioma totalmente falso. Mientras están tuiteando, es tiempo que no dedicas a las personas que te importan. Que es lo que quieren. Al final nos están convirtiendo con seres que miran pantallas en vez de seres sociales que miran los ojos de personas. Pero además el medio prefigura el fin. Más allá del uso narcisista que hace la gente de explicar nimias tonterías: “hoy me he levantado y he almorzado tostadas y café con leche” (60 caracteres) ya me explicaréis a quién le interesa además que el individuo que cree tontamente que a alguien sí le interesa. Si se trata de ideas y debate político entonces la preocupación pasa a ser una gran preocupación. Ante las grandes cuestiones sociales, primero no se pueden plantear los interrogantes con 280 caracteres y mucho menos proponer análisis y soluciones. Con esta limitación solo pueden hacer políticas los fascistas. “Que tenemos un problema con la inmigración” (42 caracteres), “expulsión de los inmigrados” (27 caracteres). En cambio, desde la democracia y la izquierda, si queremos encarar correctamente la inmigración, habrá que escribir mucho, muy tranquilamente y en muchas páginas.
0 comentarios