Este libro no es de ficción, tan real como la vida, sirve como segunda parte de “El agua. Cuando por santa Bárbara truena”. En él, se interrelaciona el agua con una forma de estructura agro-ganadera en España que ha cambiado en los últimos 30/40 años de manera radical. Cambio demostrado a partir de algo tan incontestable como son los últimos datos del INE. ¿Cambios profundos? Sin ninguna duda. ¿Sostenibles? Tampoco hay duda cuando se dice que no. El libro se ha dividido en seis grandes capítulos. El primero aborda cifras y letras sobre el agua dulce a nivel planetario y a nivel más cercano, el de nuestro país. Un segundo apartado plantea actuales y próximos conflictos sobre la disponibilidad de agua en el planeta. Un ejemplo de última hora lo tenemos en las aguas del Indo, entre Pakistán y la India. El tercer capítulo es extenso y crucial. Nos adentra en el mundo conexionado entre el agua y la tierra: se estudia el fenómeno en el marco de la provincia más estresada hídricamente española: Almería. Algo que, también, se podría haber aplicado a una treintena de provincias de una decena de autonomías. Se recorre el saldo del agua, negativo e insostenible a lo largo, entre otros, de sus 50.000 hectáreas de plásticos. Saldo que recae, de manera fatal, en sus acuíferos expoliados.  La cuarta parte trata, ampliamente, sobre el título del libro. Se exprimen las consecuencias de los datos del INE en el sector primario del año 2020, el último publicado. Explican, sin temor a dudas, los cambios del sector en las últimas décadas. Simplificando, en el siglo XIX y parte del XX, el sector era latifundista y en manos de terratenientes físicos. Posteriormente, durante unas pocas décadas, la tierra, al menos parte, volvió a quienes la trabajaban. Después del éxodo del llanto del mundo rural, en un proceso que se aceleró a finales del siglo, la tierra ha vuelto a concentrarse en pocas manos. Bien por venta o por alquiler. Y, además, una buena porción de ella lo ha hecho en manos desprovistas de sentimiento, manos que solo buscan el beneficio, manos jurídicas de empresas multinacionales, grandes empresas, fondos de capital y fondos buitre.

Como en las mejores familias, no hay quinto malo. El siguiente capítulo trata de la PAC, Política Agraria Común. Al margen de sus objetivos, se disecciona el camino del dinero que derrama. Siempre, a partir de los datos oficiales; en esta ocasión de las del año 2023, se analiza el destino de cuatrocientas. Las veinte primeras están acompañadas de datos internos muy expresivos; en las 380 siguientes se hace lo mismo, aunque con menor profundidad. Los lectores, repasando datos, no tendrán dificultades en percibir que, como en Hamlet, algo huele a podrido en Dinamarca. Algo, en este caso mucho, no encaja bien en el reparto de los 7.000 millones de euros de la PAC en España.

El libro finaliza con una colección de mapas que reflejan, cualitativa y cuantitativamente, la realidad del sector agro-ganadero, producto a producto esencial, en España. Eso, junto a las páginas de conclusiones que, todo libro que pretenda algo constructivo, ha de incluir. 

Ese es el contenido del libro e invito a todos/as las personas que quieran tener un documento de contraste sobre el tema lo adquieran o lean. La escasez de libros que se atreven con este asunto esencial es alta y, como en tantos otros, se disfraza la realidad en la información oficial. 

Como síntesis del libro, de la relación agua/sector primario y del cambio producido en su estructura, reflejo un ejemplo con el que me tropecé en mi viaje a Almería para recabar datos para el borrador.

Morás, pequeño pueblo de la comarca de Tabernas junto al desierto homónimo, durante décadas se ha alimentado de algunos miles de olivos centenarios, aportando base de economía sostenible y cultivados por decenas de agricultores de manera extensiva, con el respaldo del manantial del Ganat, conducto del enorme acuífero del Sorbas-Campo de Dalías. Hoy, las fuentes, la surgencia, el río Aguas, están secos y el acuífero se desangra. Hoy, cinco mil hectáreas en el campo de Dalías están cubiertos por 6,5 millones de olivos en régimen intensivo y regados por goteo. Propiedad de dos grandes empresas: GESPATER Y Castillos de Tabernas. Esta fábrica de aceitunas consume 20 millones de m3 de agua al año. Cantidad inasumible de manera sostenible. Cuatro o cinco veces lo que el río Aguas podría permitir y el acuífero regenerar. Los agricultores de la zona me explicaron que estos olivos tienen una vida útil de 25/30 años. Pasado esta, los olivos dejarán de ser rentables y, probablemente se abandonarán o se hará cierto aquello de “A otra cosa, mariposa”. 

¿De dónde sale esta enormidad de agua insostenible? Del acuífero de Sorbas, por supuesto. Una denuncia del grupo ecologista GEM fue tramitada y enjuiciada a lo largo de varios años hasta convertirse en multa en firme de medio millón de euros. Da lo mismo: prefieren pagar multas que asumir el costo de compra del agua “legal”. Además, no podrían venderles “legalmente”, tal cantidad de agua. 

Es una pequeña historia que descubre y resume los dos pivotes que centran este trabajo. El agua, bien vital y su expolio incontrolado, el sector agro-ganadero, expoliador demasiadas veces del bien, y la concentración de la tierra en manos de personas jurídicas que buscan, tan solo, un beneficio a corto plazo.