Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

…Y esta vez no es un virus

“¿Qué otra cosa esperabas?”, me dicen mis amigos y mis doctos e hiperpolitizados familiares. Pero yo sigo mohíno, no lo puedo remediar. Estoy alarmado. Muy alarmado.

Las encuestas advierten de una posible victoria de las derechas en las próximas generales. Y por supuesto cualquiera puede hacerse una idea de que ello desencadenaría un tsunami más reaccionario que simplemente conservador. En eso no me llamo a engaño. Sin embargo, hay más, mucho más. En estas últimas semanas, los pactos PP-Vox han llevado a la presidencia de varias autonomías -Aragón, Baleares, Valencia- a unos personajes tan exóticos como temibles. Escúchenlos, lean sus mensajes en las redes -que alguno se ha apresurado a borrar- y asimilen ese muestrario de insensateces conspiranoicas y negacionistas: las mujeres nos envidian el pene a los hombres, el calentamiento global es un invento woke, la agenda 2030 ha sido diseñada por comunistas al servicio de las élites globales, el Papa Francisco es un ser luciferino… Lo cual no huele sólo al tradicional perfume rancio, nacionalcatólico y autoritario de nuestras buenas gentes de orden, sino que trae a nuestro espantado olfato un hedor a viejo frenopático. Ultra-alienación.

¡Como para no alarmarse! Porque la derecha tradicional, ese Partido Popular que fundó Fraga y recreó Aznar, se deja y se deja llevar. Los argumentarios oficiales del PP y la producción diaria de sus terminales mediáticas -que han adquirido un gran poder- no han dejado de radicalizarse en estos años.

La defenestración de Casado y el auge de Ayuso marcan el punto culminante de tal proceso. Periodistas, portavoces, analistas y tertulianos conservadores -incluso aquellos que pretendían ser moderados o “centristas”- han revolucionado su lenguaje para cargarlo de agresividad, atropellándose a veces para no quedarse atrás en la carrera de la guerra cultural contra las izquierdas y la democracia avanzada. Se escuchan cosas asombrosas, exageraciones sin límite, bulos alucinantes.

Feijóo aterrizó en medio de esta barahúnda, y ahí anda con cara de despiste, alzando el pulgar de su mano derecha en señal de feliz aprobación mientras los victoriosos barones del partido venden a Vox lo más mollar de sus futuros programas de gobierno. También habrá de pasar por ese aro la extremeña Guardiola, que parecía ir de otro palo hasta que ha visto que estaban a punto de hacerle un Casado. El actual presidente del PP avanza hacia la victoria pisando huevos y medio escondido. Saca a Sémper, su agente comercial, cuando toca vender un poco de cariño al votante indeciso. Pero de sobra sabe que el día 24 de julio, si todo ha ido bien, tendrá que hablar con Abascal. Y con Buxadé, que ésa es otra.

Buxadé asusta a los más duros de la derecha porque representa un paso más allá de los territorios conocidos. El nuevo hombre fuerte de Vox, falangista y ultracatólico, llega para ir mucho más lejos, al frente de una legión de visionarios, neonazis, integristas y extraterrestres. Sin bromas ni concesiones. En el nombre de Dios. Si Trump tiene de su parte a Qanon, que es una espesa teoría conspirativa, Abascal -y Feijóo por la parte que le toca- tiene a Buxadé en carne mortal.

Por eso y más cosas que contaré estoy alarmado. Y sigo alarmándome cuando reparo en los errores y carencias de las pobres izquierdas, que ahora se aprestan a luchar cuando ya no queda espacio al que replegarse.

Por eso escribo para espantar los fantasmas que acechan nuestro futuro. Difúndanlo entre sus amistades, manden su enlace por WhatsApp, comenten su contenido. Y que sea lo que los dioses quieran.

Los dioses inofensivos, digo. Los del Olimpo.

Consulta Estado de Alarma, el blog de José Luis Trasobares

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