Jesús Martí el hombre que tiene la suerte de llevar el apellido del insigne mítico líder de la Guerra de la Independencia cubana José Martí, publicó hace unos días en estas mismas páginas un artículo “Porque le decimos Impuestos si hay que decir Contribuciones” en el que nos hacía unas reflexiones interesantes, pero discrepo en parte de ellas. Nos propone que igual el nombre de impuesto no sería correcto y que mejor llamarles contribuciones y acaba con esta frase:
Igual no es la única palabra que estamos utilizando mal. ¿Hagamos una lista? Yo empiezo:
1. Impuestos no, contribuciones.
2. Sé que alguien habla de «militar en la organización»…
Con ánimo de promover el debate ahí van estas líneas. El franquismo defendía la “democracia orgánica” y no por ello nosotros dejamos de defender la democracia. Ahora los enemigos de la libertad la quieren enarbolar como Ayuso. No sé qué tiene de libertad tomarse cervezas en los bares mientras mueren 7.291 abuelos o llamar hijo de puta en el Congreso de los Diputados a Pedro Sánchez y no pida disculpas. ¿Dejaremos de reivindicar la libertad si esta llegó a este país de la mano de los republicanos primero y después más recientemente de los antifascistas?
En contra de la tesis del artículo parece como si entreguemos los marcos de la política al enemigo que es lo que pretende evitar Lakoff en su libro “No pienses en un elefante” por otro lado, un libro que pone al día conceptos de toda la vida como estrategia y táctica.
Pero lo que me hace ponerme a escribir es la parte final “Sé que alguien habla de «militar en la organización» Y claro me siento aludido. Las ideas postmodernas empezaron en las políticas de juventud de las administraciones públicas de izquierdas en los años ochenta. Decían que un mundo se iba y que los jóvenes ya no participaban como antes, sino que lo hacían de forma “informal”, “puntual” y de forma “nueva”. Fui uno de los que en su momento ya criticó estos planteamientos, destruían los conceptos de compromiso, militancia y organización popular. Era una forma de aceptar la derrota y para no promover cambios. Se inventó en vez del militante, el voluntario desposeído de cualquier compromiso político y una especie de animación sociocultural que no supo asumir la crítica que en su momento hizo la izquierda francesa a este invento del gaullismo. Sólo algunos de los movimientos laicos y progresistas valencianos, catalanes y aragoneses lo supieron ver. Sería ahora largo de explicar. Lo cierto es que han pasado treinta años y nadie ha visto ningún movimiento informal en nuestros barrios y pueblos, ni que la gente participara puntualmente en nada sin conciencia política, y las “nuevas formas de participación” aun las esperamos ver. Todo está inventado des de hace mucho tiempo. Aunque duela no somos otra cosa que mujeres y hombres de la Edad de Piedra con Internet. Todas estas pseudoideas postmodernas han sido coartadas de los poderes públicos de la izquierda para quebrar las organizaciones de jóvenes y a lo largo del tiempo de los adultos. Por ejemplo, Casas de Juventud con funcionarios o apropiación des de las administraciones públicas de las Universidades Populares.
Hay también muchos postmodernos que esperan que las revoluciones las hagan en Internet o con Internet. Elon Musk se ríe a carcajadas. Además, quiero decir muy alto: nadie se hará de izquierdas militante mirando pantallas. El antifranquismo se hacía por teléfono y no hay tesis doctorales sobre los teléfonos y el antifranquismo. La única manera de combatir la alienación posmoderna del neoliberalismo y el trumpismo es conseguir la autoconciencia que da el estudio, la lectura, la organización y la cultura para conseguir la autonomía moral. La izquierda ahora tiene un voto envejecido y unos militantes envejecidos. Probablemente el conjunto de partidos tiene hoy una cuarta parte de los militantes que tenían en la clandestinidad. Hay una evidencia y es que falta militancia: política, sindical, asociativa, periodística. ¿Por qué no hay militancia? Porque falta cultura y volver a poner la cultura en el centro del debate sobre las prioridades políticas de izquierdas. Hay que volver a decir que la cultura es buena en sí misma como lo hacían los obreristas republicanos socialistas del siglo XIX. ¿Qué hay gente con mucha cultura que se hacen nazis? ¿Sí y qué? No nos despistemos. La solución no es hacer vídeos de izquierdas en Tik Tok, esto sí que es jugar en el “Frame”, en el terreno del enemigo. Y una última reflexión. En un mundo individualista donde la gente se siente sola, la militancia construye pueblo, sociedad y permite lazos que consiguen altas dosis de felicidad pública. En fin, muy bien no nos ha ido sin la militancia.
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