Coincidiendo con la decisión de Puigdemont de no seguir adelante con la moción contra Silvia Orriols, la alcaldesa ultraderechista de Ripoll, ha aparecido una encuesta capaz de saltar mediáticos, políticos e incluso familiares de Cataluña. Muchos le esperaban como si fuera un certificado de defunción de la lengua de Ramon Llull, mientras otros querían unos números para salvar los muebles y poder decir lo que expresó una vez el expresidente del Barça Joan Laporta: “Al loro , que no estamos tan mal, ¡eh! ”
El proceso ha terminado. Estamos en una Cataluña donde la supuesta derecha democrática de Junts empieza a asumir los marcos de la sustitución demográfica, deportaciones masivas y pérdida de identidad cultural, y por otra parte lo supone centro-izquierda del PSC-Units intenta asear a la sociedad con más Mossos d’Esquadra y poca estridencia discursiva. Expansión policial recubierta con humanismo cristiano.
En este contexto, la llamada encuesta de usos lingüísticos de la población intenta tomar una fotografía de la lengua y la sociedad catalana. El informe muestra un gran retroceso entre el uso del catalán especialmente entre los jóvenes, que podría estar asociado a la poca presencia en las redes sociales. Ahora bien, existe una donación que merece nuestra atención.
¿Quién presenta mayor interés en aprender o mejorar el catalán? Ni los nacidos en la comunidad ni tampoco los nacidos en el conjunto de España. Los más interesados en la lengua son los nacidos fuera de España. Esto, lisa y llanamente, querría decir que le interesa más aprender catalán a una persona nacida en Tanger que a una natural de Toledo. ¿Sorprendente?

El conflicto entre el independentismo catalán podría haber generado una fuerte antipatía hacia la lengua, que podría verse como poco práctica. Por otra parte, las personas migradas podrían ver en la lengua una forma de insertarse en la sociedad de acogida. La encuesta también muestra que quieren aprender el idioma, pero no pueden. Como denuncian entidades como Omnium Cultural o el Sindicato de Manteros, carecen de recursos de todo tipo para poder estudiar catalán en Cataluña. Solo hay 120.000 plazas disponibles para una demanda de más de 2 millones de personas que manifiesten que quieren aprender catalán.
¿Puede ser la lengua catalana una herramienta contra el racismo? Han pasado ya décadas desde que se generó un gran consenso entre las fuerzas antifranquistas: Catalunya es un solo pueblo porque la clase trabajadora es una sola clase, los trabajadores andaluces como Manolo Vital, rememorado en la película El 47 para secuestrar un autobús para mejorar la vida del vecindario del barrio de Torre Baró. (Un barrio de Barcelona)
Sin lugar a dudas, la cohesión social entre los trabajadores catalanes debe tener muchos elementos, pero la lengua debe tener un papel de unión y no de exclusión. Y éste es una cuestión política de mucho peso en las fuerzas de izquierdas. Gabriel Alomar, máximo teórico del catalanismo popular, lo resumía de forma elocuente:
El programa sería éste: reivindicación del catalanismo para los obreros; es decir, no que el catalanismo haga a su favor la conquista de los obreros, sino los obreros hagan la del catalanismo, entendiendo por catalanismo la representación de la voluntad colectiva de Cataluña. Que los obreros digan ‘el catalanismo somos nosotros’.