Cuando me propusieron escribir este artículo lo primero que me vino a la cabeza fue el tremendo crecimiento personal que para mí supuso la llegada a este espacio de participación.
En el momento en que entré a formar parte del Movimiento Laico y Progresista de Aragón yo tenía 13 años y era el niño raro del instituto, el marginado, el que no encajaba. De la mano de mi padre, trabajador por aquel entonces de UGT en Huesca, descubrí la existencia de ADEA y no tuve ninguna duda en ir a ver qué era eso de la Asociación de Estudiantes de Aragón.
De la mano de Pili Paul empecé a hacer mis primeros carteles en papel de estraza con esa herramienta tan maravillosa que era el betún de zapatos y a los pocos meses ya me salían como churros. Cuando yo empecé en el movimiento estábamos inmersos en las manifestaciones contra el trasvase del Ebro. Siempre recuerdo con mucho amor el haber cumplido 13 años en Bruselas bajo una tremenda lluvia y gritando hasta quedarme afónico. Después llegó el ‘No a la Guerra’ y ahí sentí por primera vez el enorme calor humano que supone una confluencia de personas de todo tipo y procedencia luchando juntas por la paz.
Entre preparación de manifestaciones, concentraciones y actos estudiantiles siempre estaba presente ese espacio de libertad que para mí supuso Torrellas. Gracias a esos fines de semana de encuentro descubrí a personas maravillosas que me abrieron la mente para encontrar discursos nuevos o fortalecer los propios.
Ahí pude sentir y amar de la forma en la que quería y me construí como la persona que soy ahora. Aprendí a comunicarme, me saqué el título de monitor de tiempo libre, que tantas y tantas oportunidades me ha dado en la vida o aprendí a hacer D.A.F.O’s. Conseguí un sin fin de herramientas que me abrieron al mundo y de repente el mundo se abrió a mí.
Tras años de idas y venidas, con periodos más y menos activos dentro de ADEA, empecé a trabajar para R.E.D.E.S. en un proyecto de casa de juventud en Barbastro, mi primer trabajo remunerado, lo cual fue una experiencia estupenda y muy enriquecedora. Tras esto y con mi entrada a la universidad empecé a formar parte de EDU y he de reconocer que aquella organización nunca acabó de convencerme, así que discretamente me retiré y pasé a formar parte de otros movimientos sociales. Continué en la lucha y a día de hoy me encuentro inmerso en el Ayuntamiento de Huesca como concejal de la oposición.
Todo en la vida tiene sus luces y sus sombras y al echar la vista atrás puedo asegurar que el Movimiento Laico y Progresista de Aragón para mí supuso una luz poderosa. Espero que en estos 25 años haya sido también un faro para muchísimas otras personas que, como yo, creemos que el mundo puede ser un lugar más justo y más social, finalmente más vivible.
Guillermo Boix Sánchez es concejal en el Ayuntamiento de Huesca por la coalición Con Huesca Podemos Equo. Fue militante de FADEA y EDU; y técnico de la Escuela de Tiempo Libre Redes en Barbastro.
0 comentarios