Nacho Celaya Pérez, es profesor de secundaria. Ha sido coordinador de la Iniciativa Social de Mediación para los conflictos del agua en Aragón, Secretario General de Caritas Aragón del 94 al 97, Director General de Participación Ciudadana del Gobierno de Aragón entre julio del 2007 y julio del 2011 y Coordinador del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza desde 2015 a 2019.
Me pides, Gadea, a través de Patricia… Que os aporte unas líneas para la celebración del 25 aniversario de ese sueño de libertad, laico y poderoso, que ha representado el camino construido sobre tres conceptos clave que conforman vuestra identidad: Confluencias, Torrellas y ese precioso Ateneo Laico Stanbrook, construido de manera colectiva en los últimos años, rememorando el buque que desde Alicante partió preñado de republicanos- hacia el exilio.
Tres espacios que os han configurado y reservado un sitio especial en el relato y la historia del movimiento juvenil de esta ciudad. Tres historias preciosas, por cierto, en las que he tenido la ocasión de participar y compartir.
Soy ya un hombre mayor y además provengo del ámbito cristiano… Ya en el 76 conocí al Palas cuando, en la celebración del Consejo de la Juventud, aglutinaba a un número importante de asociaciones juveniles, que en aquel momento giraban alrededor de la Joven Guardia Roja. Eran tiempos donde era habitual el debate, a la izquierda de un PSOE que en su ámbito juvenil no existía, sobre los distintos caminos de los partidos comunistas, que los había a patadas. Todos y todas, más allá de las siglas y creencias, confluíamos en nuestros sueños de libertad.
Por eso y en primer lugar, quiero agradecer a este joven, mayor, militante que ha acompañado el camino de montones de jóvenes en un rito iniciático, que propugnaba el debate, la reflexión, el compromiso… Quizás, a veces, como me habéis dicho que sea libre, con un sesgo “sectario”, que ya en las luchas finales de las Casas de Juventud, generó, como cualquier proyecto, sus heridas y deudas pendientes.
Conozco bien el movimiento juvenil desde el tardo franquismo, donde los grupos juveniles que surgieron de la Iglesia, progresista, fueron determinantes en muchas de las iniciativas que surgían en todos los rincones de la sociedad. Y quiero aprovechar este texto para reivindicarlos con orgullo.
Es cierto que en un momento determinado, el loable impulso del socialismo emergente trató de recuperar la esencia de lo público para el ámbito juvenil y creó las Casas de Juventud. Un precioso proyecto, que la historia juzgará… Porque unido a su florecimiento e impacto genial, dejó en la cuneta a muchas iniciativas de voluntariado, de crecimiento pedagógico en los barrios, que nunca más se volvieron a levantar.
Desde la vivencia de un creyente, me pareció fantástico ese toque laico, que siempre pusisteis como adjetivo calificativo, de un sueño que debía ser plural y diverso… Y que tanto de manera transversal como sectorial, abrazó los colores verde, blanco, morado, arcoíris y rojo en una amalgama de libertad que sembró muchos corazones, cuando todo ya era erial.
En todo caso, siempre me sorprendió ese amor a las siglas, tantas, siempre y tan diversas… Pero quiero reconocer que aún a fecha de hoy, Torrellas fue un semillero de libertad y que en los institutos y universidades, habéis dejado una huella impagable en estos tiempos de sociedad liquida, que adora, aunque dice ser libre… A los dioses del dinero y del ombligo.
Os deseo larga vida y os comparto mi gratitud, porque creo que es imprescindible agradecer a todos y todas los que lo intentan… Por encima de ideologías, trincheras, sueños y más o menos pegados al poder establecido. Es fácil nacer, pero… Casi imposible permanecer, como lo habéis hecho vosotros/as.
Es propio de lo joven, provocar, ser creativos, diversos, plurales, transgredir y soñar y vosotras, lo habéis hecho cada segundo.
Gracias de corazón, con los logros y las faltas. Así se construye lo joven, vulnerable, pequeño, frágil, con magia, descarado, libre… Y eso, hoy día es un tesoro.
Gracias a borbotones, en un tiempo donde las mochilas no están -precisamente- cargadas de utopías y esperanzas, sino de zonas de confort e insolidaridad y donde fuera hace frío y el fascismo nos amenaza de nuevo.
Quizás haya que seguir fletando barcos, cuando se nos acaben las fuerzas, aunque espero que tantas semillas sembradas no se queden bajo la tierra, sino que dibujen muchos paisajes de libertad, respeto, compromiso y apuesta por los y las más vulnerables.




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