Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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Fragmento sobre la Inteligencia Artificial

19/12/2025

Estimada persona lectora, te encuentras ante el enésimo artículo sobre la llamada Inteligencia Artificial. Seguramente estás cansada de leer cómo las nuevas capacidades de cálculo computacional de las grandes corporaciones norteamericanas y chinas están cambiando nuestras vidas. Mientras lees estas líneas, seguramente se están generando cientos de artículos académicos, institucionales o periodísticos sobre cómo afecta la IA a la enseñanza en los colegios, o bien a los trabajos en grupo que se realizan en todas las Universidades desde que el funesto Plan Bolonia impuso y santificó la evaluación continua, etc.

También podemos leer y escuchar cómo un montón de economistas están muy, muy preocupados por si estallará una nueva burbuja financiera: las empresas tecnológicas estarían sustituyendo a los tulipanes de la Holanda del siglo XVII. Según proclaman cada día estos señores preocupados, las bolsas de todo el globo estarían a pocos metros de repetir un escenario comparable al ocurrido a principios de siglo con la burbuja puntocom.

Pues bien, creo que estoy escribiendo este artículo porque un formador nos dijo a mí y a mis compañeras de trabajo esta supuesta profecía: “bien pensado, todas las tareas que hacéis vosotras las acabará haciendo una IA”. La frase en cuestión nos provocó una sensación de extrañeza. A medio camino entre la fascinación por la tecnología punta y el miedo a un mundo nuevo, aún por llegar, en el que muchos trabajos podrían perder el sentido. ¿Qué reflexiones deben hacer las intelectuales críticas ante el auge del cálculo ultra-veloz?

Esta urgencia sobre las transformaciones sociales que están generando los cambios tecnológicos empieza a llegar a la izquierda sindical, que debe dar algún tipo de respuesta a los miles de despidos que comienzan a ponerse sobre la mesa. Las cifras son escalofriantes: 5.000 personas en Telefónica, 1.200 en Amazon, un 10 % de la plantilla de HP, etc. Son despidos escandalosos; hablamos de empresas con beneficios astronómicos.

Sectores enteros como el diseño gráfico o la traducción profesional están en crisis existencial. Sin embargo, la próxima aparición de los agentes-IA podría hacer innecesarias a las personas, como ya debaten las empresas del sector del call center. Para acabar de hacer más problemática la situación, parecería que la IA sustituye en mayor medida el trabajo de las personas más jóvenes, complicando el acceso al mercado laboral[i].

Esto en cuanto al sacudimiento del mercado laboral. En términos ambientales, más allá de los sociales, los problemas son evidentes. No dejan de aparecer en nuestra geografía cada vez más centros de datos. Estas macrogranjas de servidores de grandes dimensiones empiezan a salpicar los mapas, y su consumo de electricidad para funcionar y de agua para refrigerar los miles de procesadores dejan un gran impacto.

El coste ecológico de su expansión es volver a triturar el territorio. Para el teórico Kohei Saito, conocido por su relectura decrecentista del pensamiento comunista, hay un único remedio. “Tengo una posición muy clara al respecto, perfecta para las redes sociales: mi propuesta es prohibir la inteligencia artificial. Es nuestra última oportunidad para detener su desarrollo antes de que sea irreversible”, decía el filósofo nipón en La Directa[ii]. De entrada, parece una propuesta imposible de llevar a cabo.

Marx-GPT

Le pregunto a Chat-GPT qué pensaría Karl Marx sobre la IA. El resultado, para mí, es lo suficientemente inquietante. La máquina me genera un artículo denominado La Inteligencia Artificial y las Nuevas Formas de Dominación del Capital, donde comienza asegurando que la denominada Inteligencia Artificial es celebrada como portadora de un progreso casi místico, pero que eso es apariencia. No puedo resistirme a reproducir literalmente aquí un párrafo con el que estoy completamente de acuerdo, a pesar del riesgo de cringe que supone hacer esto.

“El capital, en su afán incesante por aumentar la productividad, ha incorporado ahora máquinas capaces no solo de ejecutar tareas materiales, sino también de realizar operaciones intelectuales antes reservadas al trabajador. Pero esta sustitución del trabajo vivo por trabajo objetivado no libera al obrero; por el contrario, lo somete aún más a la tiranía del capital. La inteligencia artificial no aparece como una herramienta del trabajador, sino como una potencia que se le enfrenta, independiente y hostil, porque pertenece al capitalista que la posee. Mientras la sociedad permanezca organizada bajo el dominio del capital, cada avance tecnológico —incluso aquel que promete reducir el trabajo necesario— se convierte en un medio para intensificar la explotación. El trabajador es desplazado no para disfrutar del ocio, sino para engrosar el ejército industrial de reserva, presionando a la baja el precio de su propia fuerza de trabajo. La máquina inteligente no solo compite con sus manos, sino ahora también con su mente.”

El texto marxista creado por el algoritmo en realidad convierte el pensamiento en forma y no en contenido, vaciándose absolutamente de su esencia. Se trata de un estilo aplicable realmente a cualquier tema, un estilo descodificado como el estilo de los dibujos de Studio Ghibli o como la voz de Frank Sinatra cantando cualquier canción actual. Si el Marx genuino es original y lleno de vida, el Marx-GPT es predecible y producto de la cristalización de trabajo muerto. En definitiva, es un fantasma digital. Ahora bien, ¿tiene razón en lo que dice?

Claramente, el desarrollo de la automatización de tareas administrativas y de gestión está haciendo innecesarios lo que el antropólogo anarquista David Graeber llamaba, en términos técnicos, trabajos de mierda[iii]. Trabajos que no aportan ningún valor real. Pero también están afectando a actividades artísticas y científicas. Incluso hemos escuchado con estupor cómo Olga Pané, consejera de Salud, afirmaba alegremente que la IA “diagnostica con una precisión igual o superior a la de los profesionales”. Inquietante.

Automatización y General Intellect

Es difícil detener este proceso de automatización, y sus consecuencias sociales y ambientales parecerían acercarnos a un escenario distópico. Este futuro oscuro encaja con lo que autores como Yanis Varoufakis han llamado tecnofeudalismo[iv]. Un régimen en el que las grandes corporaciones toman de forma monopolística y rentista el control de nuestras vidas, como nuevos siervos digitales.

¿Deberíamos prohibir la Inteligencia Artificial como propone Saito, en lugar de hacer meras regulaciones a través de la Unión Europea? A pesar de que existe un creciente malestar, es precipitado pronosticar un nuevo momento ludita, con ataques contra los gigantescos centros de datos. Los autobuses y taxis automáticos, como los que está probando la empresa Waymo en muchos lugares, quizá sí podrían recibir la ira proletaria[v]. Otra estrategia consistiría en apropiarse de ella para usar toda su potencia de cálculo para la planificación económica. Esto ha sido propuesto en muchas ocasiones por las compañeras que investigan las posibilidades futuras del Cibercomunismo[vi].

La realidad material es que la Inteligencia Artificial es viable porque existen cantidades ingentes de conocimiento actual y pasado que personas humanas, de carne y hueso, han generado de forma colectiva. Recuperemos ahora, sí, al Karl Marx auténtico:

“El desarrollo del capital fijo revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata y, por tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del general intellect y han sido remodeladas de acuerdo con este. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no solo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real”[vii].

Por tanto, hablamos de una salvaje privatización de todo el conocimiento compartido en Internet desde su popularización hasta nuestros días, de ese general intellect que colectivamente hemos construido los seres humanos. Sin duda, la cuestión de la IA todavía se está desarrollando hoy en día y proponer grandes soluciones siempre conlleva el riesgo de resbalones. Sería esperanzador, por otro lado, imaginar los usos sociales que podría tener la IA (aceptando límites ecológicos) en investigaciones científicas o médicas, como toda tecnología que pueda ponerse al servicio del bien común. Naturalmente, después de más de dos siglos desde las primeras fábricas de vapor, la cuestión sigue siendo: ¿cómo podemos expropiar a los expropiadores?

 

Referencias

[i] Leal, Silvia (2025)  Cuando la IA sustituye al becario: ¿Está en riesgo el futuro del talento joven? Ministerio de Trabajo.

[ii] Entrevista a Kohei Saito a La Directa

[iii] Graeber, D. (2018). Trabajos de mierda: una teoría, trad. Iván Barbeitos. Barcelona: Ariel.

[iv] Varoufakis, Y. (2024). Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo. Deusto. 

[v] De fet, els robotaxis de Waymo van ser objecte de la fúria de les protestes contra les polítiques migratòries de Trump a Los Ángeles. Tanmateix, a Barcelona treballadores de la TMB van fer una protesta contra les primeres proves de busos automàtics.

[vi] Mans al timó. Cap al programa cibercomunista. Catarsi Magazin.

[vii] Pres de Karl Marx, Elements fonamentals per a la crítica de l’economia política (Grundrisse) 1857-1858, vol, 2, Mèxic. Segle XXI, 1972, pp. 216-230. Traducció de l’alemany de Pedro Scaron.

Artículo cedido por deferencia de la revista hermana debatspeldema.org

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