Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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Entrevista a Javitxu de “Los seis de Zaragoza”

El pasado 10 de junio de 2025 publicamos un artículo/editorial “Los 6 de Zaragoza somos todes” escrito por Sergio Sahún Abad. E la forma que tiene Memoria del Futuro de denunciar esta barbaridad. Nerea Rodríguez ha realizado una extraordinaria entrevista a Javitxu, uno de los seis de Zaragoza, uno de los cuatro encarcelados. A dos de ellos se les ha indultado. Quedan encarcelados dos. Una auténtica vergüenza. Abajo la Ley Mordaza.

 

Para empezar, ¿Cómo estás y cómo ha sido volver a la calle después de tanto tiempo? ¿Quién es Javitxu hoy, después de todo lo que has vivido?

Bueno, la verdad es que es una sensación rara. De hecho, estoy teniendo que ir a terapia, tengo estrés postraumático. La cárcel no es una experiencia sencilla de vivir, pero bueno, la verdad es que he salido y con ganas de seguir en mi militancia política y seguir luchando. Javitxu sigue siendo militante anticapis.

¿Qué significa para ti este indulto? ¿Lo ves como una reparación, una decisión política o simplemente una forma de cerrar el caso?

Bueno, el indulto realmente es una victoria colectiva que nace de todo el esfuerzo colectivo de una plataforma en la cual había distintas organizaciones, sindicatos, partidos políticos que se unen por una causa. En ese sentido, a mí me parece un ejemplo. Pero, sin embargo, no deja de ser una victoria parcial, porque siguen habiendo dos compañeros que siguen ahí dentro.

Durante el juicio se habló mucho del peso del testimonio policial y de la falta de pruebas materiales. ¿Qué opinión te deja esa experiencia sobre cómo funciona la justicia en casos como el vuestro?

Al final, en todo caso represivo hay tres patas —lo llevo diciendo desde que salí—, y una de ellas es la pata judicial. La pata judicial no deja de ser que te toque un juez con una ideología muy concreta, con la sentencia ya pensada de casa. En la primera sentencia, la de la Audiencia Provincial, llegamos a encontrar que el juez admite que los testimonios policiales son contradictorios, pero se dedica a justificarlos diciendo: “No, es que han pasado dos años desde que pasó, entonces es normal que no se acuerden de manera exacta de todo lo que pasó en aquella manifestación”. Ya, pero entonces no es una prueba lo suficientemente sólida como para condenar a seis chavales a cuatro años y nueve meses de cárcel. Además, en mi caso llevábamos —ya no es solo que estuviese el testimonio policial en nuestra contra—, sino que en nuestro favor llevábamos los vídeos de grabaciones de seguridad de la Universidad de Zaragoza con un peritaje en el cual se demostraba que ninguno de los que estaban lanzando piedras coincidiamos con ninguno de los cuatro acusados mayores de edad en el proceso judicial. Más luego, yo traje dos testimonios que habían estado conmigo durante toda la manifestación y, sin embargo, no sirven porque la policía tiene presunción de veracidad, y eso es muy peligroso en un Estado democrático, porque la policía, en cuanto quiera, se puede inventar lo que quiera de ti y mandarte a la cárcel, como en este caso.

Más allá del caso concreto, ¿Qué crees que dice vuestra historia sobre cómo se trata hoy la protesta y la disidencia política en España?

Yo creo que el derecho a la protesta está en peligro en el Estado español. No me quiero olvidar de que aquí, en Zaragoza, tenemos a 19 chavales y chavalas de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) que se van a enfrentar a un procedimiento judicial muy injusto; les puede caer un total de 60 años de prisión y 45.000 euros en multas. Tampoco me quiero olvidar de Adri, de Badalona, que también puede enfrentarse a bastantes años de prisión por un montaje policial. Las 6 de La Suiza, que llevan 100 días en prisión, parece que como se les ha conseguido el tercer grado puede desinflarse la cosa y, sin embargo, tienen que seguir yendo a dormir a prisión, con todo lo que ello conlleva: seguir abandonando a tu familia todas las noches, a tus hijos, a tus hijas, a tus hermanos, a tu pareja; tener que ir a dormir ahí dentro y otros tantos casos más. Por desgracia, nuestro caso no es una excepción, es la norma con la que actúa la policía a la hora de enfrentar a los movimientos sociales.

El indulto no elimina las sanciones económicas, que son muy altas. ¿Crees que mantenerlas es una forma de mantener la presión sobre los movimientos sociales? ¿Qué pasos quedan por resolver y cómo se están afrontando desde la plataforma?

Creo que sí, y en parte, además, también hay detrás una parte de tener contentas a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Gran parte de las multas que se nos han impuesto o la responsabilidad civil que tenemos que pagar va destinada a las indemnizaciones de los policías. Claro, ahí es donde entiendes que políticamente no se nos puede absolver en ningún momento del procedimiento judicial, porque entonces, si salimos como inocentes, los policías que salen heridos después de haber ejercido una violencia policial brutal —como se puede observar en todos los vídeos que hay de esa manifestación— entonces quedan sin indemnización. Políticamente no pueden, porque necesitan tener a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado disponibles y dispuestos para reprimir con toda la fuerza posible cualquier movilización popular.
Siguen quedando dos compañeros en prisión. Nosotros vamos a seguir con la campaña. Este 1 de noviembre hay una manifestación que está convocada a las 12:00 h en Plaza del Portillo, y vamos a seguir denunciando toda esta campaña, pero también exigiendo la derogación de la Ley Mordaza, que es lo que permite, a fin de cuentas, que casos como este puedan pasar.

¿Qué papel crees que tuvo la solidaridad de la gente, las movilizaciones y el apoyo social en lograr vuestra salida de prisión?

El indulto fue una victoria popular, una victoria colectiva, nacida de cuando distintas organizaciones con distintas visiones sobre los movimientos sociales se unifican por una sola causa, que es intentar sacarnos de la cárcel. En ese sentido, a mí me parece el papel de la plataforma un ejemplo a seguir. Creo que es el modo en el que tenemos que afrontar la represión, porque es algo que nos afecta a todas, y en ese sentido, toda mi admiración a todas las personas que han metido trabajo, ya sea de manera individual o desde una organización, desde un sindicato, para conseguir que estemos hoy en la calle.

En los últimos años se han endurecido las leyes sobre desórdenes públicos y protestas. ¿Cómo ves el futuro del derecho a manifestarse en el Estado español?
Está en peligro. El derecho a la protesta está en peligro en España. Además, no hay que olvidar que los derechos no son algo que recojas en un papel y los tengas ya para toda la vida. El derecho se ejerce. El derecho a la protesta no sirve de nada si la gente tiene miedo a salir a la calle porque les pueden poner una multa que no pueden pagar o les pueden caer años de cárcel. Es una forma de meter miedo cuando la gente nos organizamos políticamente y salimos a reivindicar y reclamar nuestros derechos.

¿Cómo valoras la actitud de la izquierda institucional ante vuestro caso? ¿Te sentiste acompañado o más bien olvidado por los partidos y las instituciones?
Yo creo que la izquierda institucional al final ha acabado haciendo caso porque se ha hecho presión en las calles. Es decir, hasta que no ha habido en Zaragoza una cantidad de personas lo suficientemente concienciadas sobre el tema como para poder ejercer presión al Partido Socialista, el Partido Socialista ni se ha planteado hacer un indulto. Tampoco quiero olvidarme de que ahora estoy en la calle, pero hemos pasado casi año y medio, casi un total de 500 días en la cárcel. Eso no hay forma de repararlo ni forma de justificarlo. Al final, también, si queremos parar a la extrema derecha, lo que tenemos que hacer es tomar medidas valientes también desde la izquierda institucional y desde el Gobierno, que sean medidas de izquierdas de verdad y parar toda esta vorágine de represión y eliminar todas estas herramientas que tienen tanto la policía como la judicatura para meter a seis chavales a cuatro años y nueve meses de cárcel.

Y mirando hacia adelante, ¿qué te gustaría que cambiara para que no haya más casos como el vuestro? ¿Qué crees que haría falta a nivel judicial o político?

Hay tres patas de la represión, y creo que para atajar el tema de la represión hay que ir una por una. En primer lugar, la judicatura: tenemos un problema con el tema de la justicia en España. Para empezar, es inaccesible para una persona de extracción de clase obrera o popular llegar a puestos altos de la judicatura. Eso es un peligro, porque están juzgando a gente de nuestra clase social, gente que ni siquiera ha pisado un barrio obrero. Eso es muy peligroso. También creo que tiene que haber algún tipo de mecanismo de control a nivel popular para que casos como este no se vuelvan a repetir.
La segunda pata es la policial: es el policía que coge y te detiene en una manifestación y luego miente en sede judicial para que sea posible todo el montaje. Aquí, igual es más complejo, pero también tenemos que tener mecanismos de control de la policía. En los países democráticos, cuando una figura representa una autoridad, siempre tiene que haber un mecanismo detrás y una serie de rendición de cuentas que permita que, desde nuestra posición —desde nuestra clase de personas que no tenemos poder ni económico ni de otro tipo—, ejercer control sobre este tipo de desajustes que se dan entre la policía y el pueblo.
Y luego, tampoco me quiero olvidar de la tercera pata, que sí que depende nuestro Gobierno, que supuestamente es el Gobierno más progresista de la historia, y que ahí tenemos la posibilidad de hacer leyes, derogar leyes. No podemos olvidarnos de derogar la Ley Mordaza, pero tampoco de todos aquellos artículos del Código Penal que permiten que la palabra de un policía valga más que la palabra de una persona sin uniforme.

Para acabar, ¿quieres mandar algún mensaje?

Simplemente un llamamiento a que este tipo de situaciones y la represión en general no se pueden afrontar desde la individualidad. Yo creo que tener una red militante detrás es algo que siempre genera un apoyo no solo psicológico, sino también material y político, que es muy necesario en este tipo de casos. Y creo que tenemos que organizarnos, ya no solo porque la extrema derecha está en un ciclo de auge, sino también porque políticamente es necesario.

 

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