Rubén Cárdenas es técnico especialista en imagen y sonido, fotógrafo, vídeo creador y autodidacta en el campo del diseño multimedia y las tecnologías de la información. https://www.oddcity.net
Era el año 87 y yo tenía 17 años. Había ganado el segundo premio del concurso literario del barrio del Picarral y un tal “José Luis Palacios”, más joven que mis padres pero un adulto para mí, se había hecho con el primer premio.
Mi relato del año 87 iba sobre un matador al que un toro herido de muerte quitaba la vida en el último arrebato. El relato ganador creo recordar que iba sobre unos jóvenes militantes de izquierda que huían a Francia perseguidos por la represión del régimen franquista. La verdad es que mi relato no estaba destinado a soportar bien el paso del tiempo, pero aquel premio fue lo que hizo que “El Palas” y Maite me conocieran e invitasen a escribir una columna en “AL MARGEN” La Revista de La Margen Izquierda.
La revista tuvo varias etapas y recuerdo que en una de ellas, la cuadrilla de amigos que vivíamos en la zona de Violeta Parra y Pirineos nos encargábamos de vender los números atrasados de puerta en puerta a cambio de un porcentaje y con ello nos financiábamos las salidas del fin de semana o pequeños caprichos que en mi caso eran cómics y libros. También pegábamos carteles y vendíamos suscripciones a la revista. Sobre esto podría extenderme contando las “pillerías” que hacíamos para vender más revistas y pegar menos carteles, pero me pasaría de extensión.
La revista costaba 100 pesetas y para el 4º número había más de 400 suscriptores y los objetivos planteados en su origen habían sido cumplidos. ¡Wow! La revista informaba de las cosas de interés cultural, político y urbanístico que sucedían en la Margen Izquierda y denunciaba las deficiencias de la misma. También se trataban temas como sexualidad, educación, poesía… Hasta había una sección de cartas de los lectores.
En “AL MARGEN” escribíamos de forma periódica: Palas, Maite Ramos, Eva Ponz, Patricia Shelley, Víctor Viñuales, Carmen Magallón, José L. Galán… Y de forma ocasional contábamos con plumas ilustres como la de Emilio Gastón, Labordeta, Manuel Atares (doctor por la universidad de Zurich), Javier Ortega, corresponsal de El País, Nicolás espada de El Día, José Luis Trasobares, y muchas otras. (Perdón por todos los que me olvido).
Participar en el comité de redacción era un motivo de orgullo para mí, más cuando mis notas en el instituto eran bastante malas en comparación con mi rendimiento en la EGB; la explosión de testosterona de la adolescencia fue determinante para mis bajas calificaciones y supongo que una educación segregada habría sido mucho mejor en mi caso, pero eso es otra historia.
Mi sección se llamaba “Juntos mejor”. Mi “misión” era entrevistar a las asociaciones y clubes de la orilla Izquierda del Ebro y una de las primeras cosas que aprendí fue que lo que leemos en la prensa puede ser una elaborada mentira, un bulo, lo que ahora llaman “fake news”, pues yo mismo me inventé varias entrevistas, como la del “Club de petanca del Arrabal”. Más por una timidez patológica que por vagancia, maldad o intención de alterar la realidad, como sí ocurre en casi el 100% de los medios de comunicación masiva. De hecho, creo que nadie se dio cuenta hasta ahora que lo cuento.
También recuerdo con cariño y humor las críticas que hacían a mis artículos que casi siempre terminaban con la misma coletilla:
“Así que ya sabes: si te gusta “loquesea” y quieres “loquesea” únete al club de “loquesea” de tu barrio”.
A mis 16 años yo estaba más preocupado por el breakdance, el cómic, las novelas de terror y ciencia ficción y las chicas (en ese orden) que por cualquier otro tema, entrevistar a jubilados que jugaban a la petanca no me parecía que se pudiese usar como tema de conversación para ligar y perdí la gran oportunidad de aprender de Maite, de “Palas” y del resto del comité de redacción a sacar un proyecto de tal envergadura adelante. Por mi anarquismo filosófico de postín, mi afinidad a partes del pensamiento de Shopenhauer, Nietzsche, Thoreau, Hakim Bey, Douglas Rushkoff….., y mi falta de respeto por la autoridad en general, nunca me he implicado mucho tiempo en ningún movimiento o asociación. He ido saboreando los distintos colores del espectro político y asociativo y de cada sitio he intentado llevarme lo mejor y he intentado aportar todo lo que he podido, pero como se suele decir nunca me he casado con nadie. De hecho sigo soltero a mis 52 años y todavía no he empezado a arrepentirme de ello.
De lo que si me arrepiento fue de mi “divorcio” con el MLPA (que no ha sido tal, pues hemos seguido colaborando y hemos hecho juntos hermosas campañas, páginas web, libros, vídeos, carteles, folletos, exposiciones…) En el caso de “Al margen” y del MLPA sí que creo que (por tonto) perdí una gran oportunidad y que debería haberme implicado mucho más y habría aprendido antes muchísimas cosas. Perdí la oportunidad de haber aprendido disciplina de trabajo, orden y relaciones públicas e institucionales. Perdí la oportunidad de haber aprendido mucho más, mucho antes, de los mejores en generar ideas para el avance social desde las bases y los mejores gestionando para llevarlas a cabo.




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