Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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Entrevista a Jeremy Corbyn

12/09/2025

Entrevista original publicada en el diario británico Tribune el 13/08/2025

En las últimas semanas, el anuncio inesperado de la exdiputada laborista Zarah Sultana y del exlíder del partido, Jeremy Corbyn, sobre la creación de un nuevo partido a la izquierda del Partido Laborista ha sido recibido con entusiasmo por millones de personas en toda Gran Bretaña, desesperadas por apoyar a una fuerza política que se oponga a la deriva derechista de Keir Starmer que ha llevado a los laboristas a respaldar la austeridad y a no oponerse claramente al genocidio del pueblo palestino.

Los detalles sobre el nuevo partido aún son escasos. Presentado como una página web llamada Your Party, decidirá su nombre mediante un proceso democrático aún no especificado. En el momento de escribir estas líneas, más de 650.000 personas se han inscrito con la posibilidad de convertirse en miembros del partido. Y, más allá de la opinión habitualmente poco perspicaz de los medios, el anuncio también ha provocado una floración de debates dentro de la izquierda británica, demasiado consciente de su ausencia forzada del debate político “mainstream” desde 2022.

La semana pasada, el editor asociado de Tribune, Marcus Barnett, se reunió con el exlíder laborista Jeremy Corbyn, una figura clave en el desarrollo del “nuevo partido”, para hablar de algunas de las diversas posturas que se están definiendo —desde tomar la iniciativa a Reform en materia de canalizar el descontento masivo, hasta cuestiones sobre cuán amplio y diverso ideológicamente puede ser un “movimiento amplio e inclusivo”, la organización comunitaria, la relación con el Partido Verde y si es posible evitar los errores del pasado en lo referente a las candidaturas electorales de izquierdas que han desafiado al Partido Laborista.

Marcus Barnett (MB): La creación de un posible nuevo partido de izquierdas ha hecho que miles de personas vuelvan a tener esperanzas de hacer de su país y del mundo un lugar mejor. ¿Qué crees que nos indican las inscripciones sobre el alcance del descontento político?

Jeremy Corbyn (JC): 650.000 personas no se apuntan a un nuevo proyecto porque sí. Se apuntan porque están hartas. Están hartas de empobrecerse mientras los ricos se hacen más ricos. Están hartas de pagar facturas de agua cada vez más altas a cambio de tuberías reventadas y aguas residuales en el mar. Están hartas de hacer demandas básicas —como garantizar que las personas con discapacidad tengan suficiente apoyo para vivir con dignidad— y de que se las ignore. Están hartas de que se las excluya de las decisiones que afectan a su vida diaria.

Si miramos los problemas que afronta la sociedad hoy: los bancos de alimentos son una característica habitual de la vida para miles de personas. Los inquilinos en pisos del sector privado gastan mucho más de la mitad de su salario neto. Hay niveles masivos de estrés para gente de todas las edades. Cuando un gobierno llega al poder prometiendo que las cosas cambiarán, y después no cambia nada, algo tiene que pasar. Esta energía se ha estado acumulando desde hace tiempo, ya que ninguno de estos problemas es nuevo. Gobiernos sucesivos se han negado a hacer nada al respecto. Esto tiene consecuencias: están recogiendo lo que han sembrado.

Anunciar la página web del partido fue como ver cómo se rompía una presa. La gente a la que se le había negado una alternativa real, de repente tenía algo a lo que apuntarse. Tenían un motivo para tener esperanza. Expusimos una visión política bastante esquemática, basada en principios fundamentales de igualdad y paz. Incluimos en ella la propiedad pública, impuestos sobre la riqueza, inversión en vivienda social y apoyo a Palestina. No hacía falta exponer una visión más detallada —no solo porque eso lo decidirán los miembros, sino porque la gente podía ver la dirección general que proponíamos. Una dirección que se les había negado durante tanto tiempo: una que busca redistribuir la riqueza y el poder.

MB: ¿Tienes alguna idea del tipo de personas que se han apuntado?

JC: Como era de esperar, hemos tenido muchas inscripciones en grandes ciudades como Londres, Liverpool, Manchester y Newcastle. Lo que me ha sorprendido, sin embargo, es lo repartido y equilibrado que ha estado el apoyo en todas las regiones y naciones. El apoyo es más fuerte en Londres, en el Noroeste y en Yorkshire y Humber, pero también se extiende muy lejos —incluso hasta las Islas Hébridas Exteriores.

Esto demuestra que los problemas que afrontamos son fundamentales y afectan a la gente en todo el país: pobreza, depresión salarial, estrés, decadencia de los servicios públicos, creciente aislamiento social.

La mayoría de personas que se me acercan diciendo que se han apuntado parecen llevar tiempo esperando este momento. Suena como si estuvieran excitadas, casi impacientes. Pero sobre todo, suenan esperanzadas. También me han abordado personas que nunca se habían implicado en política antes. Fue una reacción similar a la que viví durante la campaña electoral del año pasado. Estamos construyendo un nuevo tipo de partido político que será un hogar para personas a las que nuestro rancio sistema bipartidista les ha negado la voz.

MB: “Impatientes”, de hecho —desde tu suspensión del Partido Laborista, las llamadas a una nueva formación política liderada por ti y por tus principios han sido constantes. El anuncio parece el final de un proceso muy largo que empezó con los ataques de la derecha laborista hace casi medio decenio. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

JC: Muchos buenos compañeros me han sugerido a lo largo de los años que hacía falta una nueva voz política en este país.

Después de que me suspendieran como miembro del Grupo Parlamentario Laborista, continué como miembro del partido y diputado en el escaño, con el apoyo de muchos compañeros locales que querían defender sus derechos democráticos como miembros del partido. Keir Starmer finalmente me prohibió presentarme como candidato laborista, lo cual fue un ataque vergonzoso a la democracia local; mi opinión era que la gente debía decidir. Por eso me presenté como candidato independiente.

Ganar unas elecciones como independiente, antes de lanzar un partido, creo que será históricamente significativo. Sentía que ganar en Islington North era importante, no solo para nuestra comunidad sino para mucha más gente. Crear un partido antes, con tan poco tiempo, habría significado probablemente recorrer todo el país, con el coste que eso habría tenido para nuestra campaña local.

Durante la campaña electoral, se hizo más evidente por qué, en un futuro próximo, haría falta una nueva voz. Me sorprendió la cantidad de personas que no había visto nunca, de todo el país, muchas sin experiencia política previa, que de repente querían participar en nuestra campaña. Eso, para mí, indicaba el nivel de apoyo existente para una alternativa política real.

Desde las elecciones, las llamadas a un nuevo partido se han hecho más fuertes y más amplias. He tenido muchas conversaciones con mucha gente, y se ha hecho cada vez más claro que un nuevo partido no solo es posible sino fundamentalmente necesario.

Seamos claros: el Partido Laborista ha fracasado completamente a la hora de aportar el cambio que prometía —ya sea su negativa a eliminar el límite de dos hijos para prestaciones, la retirada de beneficios por discapacidad, la traición a las mujeres de WASPI[1], los recortes en el combustible de invierno, o su terrible complicidad en la masacre del pueblo palestino.

Y ahora mismo, nos encontramos en una situación en la que el Partido Laborista está pavimentando el camino para un gobierno de Reform [partido de extrema derecha liderado por Nigel Farage, exlíder del UKIP, partido euroescéptico impulsor del Brexit]. Estamos en un momento crítico de la política británica y por eso hemos decidido lanzar un nuevo partido. Si queremos vivir en una sociedad de igualdad, inclusión y paz, y no de injusticia, división y guerra, tenemos que defender la alternativa.

Jeremy Corbyn (JC): En los últimos 40 años en el parlamento, he visto de primera mano los motivos por los que nuestro sistema político está completamente roto. Uno de esos motivos es cómo están estructurados los partidos políticos. Son verticales, centralizados y burocráticos. Cuando yo era líder del Partido Laborista, me encontré con una enorme oposición para apoyar las Unidades de Organización Comunitaria (COUs, Community Organising Units), cuya premisa básica era permitir que las comunidades locales se organizaran por sí mismas, ya que son ellas las que conocen los problemas que afrontan.

Eso genera confianza, y el partido se arraiga dentro de esas comunidades, lo que conduce a un éxito electoral mucho mayor. En 2019, nuestro voto fue más alto en los escaños donde existían COUs. Si no fuera por la obstrucción burocrática que retrasó su introducción, podría haber tenido un impacto mucho mayor.

Si miramos el Partido Laborista ahora, parece como si los diputados tuvieran miedo de la gente a la que se supone deben representar —y cuando tienes partidos altamente centralizados, obtienes malas políticas y decisiones como la privatización de los servicios públicos, la invasión de Irak o la austeridad.

Por eso hemos intentado hacer algo diferente. La política debería tratarse de empoderamiento —y eso es lo que quiero que sea este partido. Un partido abierto, inclusivo, arraigado en la base y democrático. Muchos medios no entendieron la idea de dejar que la gente común configurase el futuro de nuestro partido. Para las 650.000 personas que se han apuntado, no fue tan difícil de entender.

Antes de fin de año, queremos reunirnos en una conferencia inaugural para decidir la dirección del partido y lo que representa, pero esa conferencia no surgirá de la nada. Será el producto de una serie de reuniones deliberativas por todo el país. Más que mítines, esas reuniones serán una oportunidad para que comunidades, movimientos sociales y sindicatos se reúnan para debatir las cuestiones clave sobre el futuro de nuestro partido y de nuestro país. Esas reuniones generarán debates intensos, estoy seguro, y eso es bueno. Para eso sirve la democracia.

MB: ¿Qué puede significar realmente una organización democrática en este contexto? ¿Cómo se relacionaría el partido con movimientos sociales más amplios, como los de vivienda o pacifistas?

JC: Hace poco escribí en un artículo que uno de los mayores errores que puede cometer un partido es pensar que debe elegir entre el parlamento y otras formas de acción. Tenemos que organizarnos en todas partes: a escala local, en el parlamento, en los lugares de trabajo y en nuestras comunidades. Ese es el poder de un partido democrático: puede dar poder a la gente corriente para que establezca sus prioridades, no solo a las personas formadas para hacer lobby ante los diputados. Así es como conectamos campañas a través de la sociedad.

Si miras el último año en política, algunos dirían que está definido por el fracaso del Partido Laborista. Yo diría algo un poco diferente: está definido por el crecimiento extraordinario de movimientos como los sindicatos, los sindicatos de inquilinos, los colectivos por la justicia en discapacidad, los activistas antirracistas, los activistas climáticos y los pacifistas. Estos grupos solo pueden conseguir hasta cierto punto sus objetivos por sí solos; piensa en lo que podrían lograr juntos, si tuvieran el poder para hacerlo.

MB: Tomando la temperatura de diversos sindicatos, muchos delegados y dirigentes —que tradicionalmente serían muy fieles al ala izquierda laborista o incluso a la derecha del partido— muestran una curiosidad real por el nuevo proyecto.

JC: Hablo con regularidad con dirigentes y afiliados sindicales. Está muy claro que hay un descontento generalizado hacia la dirección que ha tomado este gobierno. Quiero que nuestro nuevo partido trabaje con sindicatos y movimientos sociales en todo el país. Personalmente, estoy muy dispuesto a trabajar con todo tipo de sindicatos.

También quiero que el partido apoye a los trabajadores que no han podido organizarse, especialmente en la economía de plataformas (gig economy). A principios de año celebramos un magnífico Foro Popular en Islington North, centrado en la economía de plataforma. Hubo un reconocimiento de que las mejoras reales llegan cuando los trabajadores actúan como una fuerza unida.

También es importante que no veamos el movimiento sindical como algo separado de otras partes de nuestro movimiento, como el movimiento por la paz. He tenido el placer de conocer a Chris Smalls, de los EE. UU., organizador de trabajadores de Amazon. También se unió recientemente a la Flotilla de la Libertad hacia Gaza. Es un ejemplo de que no tenemos que elegir entre luchar por los derechos de los trabajadores y luchar por Palestina. ¡Tenemos que hacer ambas cosas!

MB: En una línea similar, ¿cuándo dirías que una coalición puede ser demasiado amplia? ¿Qué contradicciones ves, y cómo se pueden superar?

JC: Trabajo bien con mis colegas independientes, principalmente como una voz unida contra el genocidio en Gaza. Han dado mucha esperanza a personas que saben que hay diputados en el Parlamento que defienden sin vergüenza al pueblo palestino. No siempre coincidimos en todo, pero hemos ofrecido una oposición clara en muchas cuestiones: el límite de dos hijos en las prestaciones, los recortes en el combustible de invierno, los recortes en beneficios por discapacidad y la venta de armas a Israel.

Soy creyente en el poder de la unidad mediante la democracia. Sí, este nuevo partido generará desacuerdos y divisiones. Tenemos que ser abiertos y honestos sobre ello, y confiar en instituciones democráticas para trabajarlas de manera constructiva y productiva. Tenemos que construir un movimiento que reconozca la diversidad de opiniones, pero que defienda los derechos humanos y la dignidad de todos. Tenemos que estar unidos contra la opresión y el prejuicio en todas sus formas —y eso es lo que seremos.

MB: Basado en las lecciones de todo, desde el SLP hasta Respect, ¿cuáles son tus reflexiones sobre cómo un partido de izquierdas puede sobrevivir los desastres habituales alimentados por cultos a la personalidad y guerras internas sectarias?

JC: Quiero que este partido sea abierto, inclusivo y arraigado en la base. La estructura debe reflejar, de alguna manera, el amplio alcance geográfico de nuestro apoyo y dar poder a las comunidades locales para provocar cambios desde abajo. Lo que no quiero son batallas sin fin sobre quién está en qué comité nacional.

La forma de mantener unido un partido es mantenerse firme en las cuestiones y campañas fundamentales como la pobreza infantil, los derechos humanos y la paz. Recordemos por qué hacemos esto: para transformar la sociedad redistribuyendo la riqueza y el poder. No se trata de nosotros como activistas. Se trata de los millones de personas que merecen una vida mejor. Se trata de los niños que viven en la pobreza. Se trata del pueblo de Palestina. Se trata de ellos, no de nosotros.

MB: ¿Y cuál es tu opinión sobre una alianza con los Verdes?

JC: Este nuevo partido va a ser muy fuerte en cuestiones medioambientales, basado en la creencia de que la justicia climática es justicia social. Trabajaremos con los Verdes cuando podamos, obviamente en cuestiones medioambientales pero también, espero, en temas de paz y derechos humanos. Siempre estoy abierto a trabajar con personas y grupos afines. La cooperación nos hace más fuertes a todos.

Conozco muchos miembros Verdes, trabajo bien con los diputados Verdes en el parlamento, y hemos cooperado cuando ha sido posible. Esto ha ayudado a construir una alianza de oposición contra varias cuestiones, sobre todo los recortes en beneficios por discapacidad. También he hecho campaña junto con Zack en muchas cuestiones, compartiendo muchas plataformas contra la austeridad.

¡Ahora mismo, nuestra prioridad debería ser detener el ataque de Angela Rayner contra los huertos urbanos!

[1] Nota del traductor: WASPI (Women Against State Pension Inequality).
Movimiento de campaña británico creado en 2015 para defender a las mujeres nacidas en la década de 1950 afectadas por la reforma de pensiones del Estado. La Pensions Act 1995 y la Pensions Act 2011 retrasaron la edad de jubilación femenina para igualarla con la masculina, pero el cambio se implementó más rápido de lo previsto y con poca información previa. Esto provocó que cientos de miles de mujeres, que contaban con jubilarse a los 60 años, descubrieran con poco margen que tendrían que esperar hasta los 65-66, con un gran impacto económico y personal. La campaña WASPI reclama compensación financiera y reconocimiento de la injusticia.

[2] Nota del traductor: COUs (Community Organising Units), unidades creadas dentro del Partido Laborista británico durante el liderazgo de Jeremy Corbyn (2018) con el objetivo de reforzar el trabajo del partido en comunidades locales. Inspiradas en modelos de sindicalismo de base y de organización ciudadana en EE. UU. (como el community organising de Saul Alinsky), estos equipos ayudaban a vecinos y colectivos a organizar campañas sobre vivienda, servicios públicos, salarios o medio ambiente, tanto dentro como fuera de periodos electorales. Pretendían acercar el partido a la gente, empoderar comunidades y mejorar resultados electorales arraigándolo en el territorio. Chocaron con una fuerte resistencia interna de sectores más burocráticos del Labour.

[3] Nota del traductor: SLP (Socialist Labour Party): partido socialista británico fundado en 1996 por Arthur Scargill, líder histórico del sindicato de mineros (National Union of Mineworkers), tras las disputas internas con el Partido Laborista a raíz de su evolución hacia el “Nuevo Labour” de Tony Blair. El SLP quería mantener un programa socialista clásico, opuesto a la privatización y a las guerras, pero nunca consiguió representación parlamentaria significativa.
Respect (Respect – The Unity Coalition): partido político fundado en 2004 por George Galloway (exdiputado laborista expulsado por su rechazo a la guerra de Irak) junto con sectores de la izquierda radical y asociaciones musulmanas británicas. Obtuvo cierto éxito electoral en algunos distritos urbanos (como Tower Hamlets y Birmingham) y tenía una fuerte orientación antiimperialista y anti-austeridad. El partido se fue debilitando por divisiones internas y finalmente se disolvió en 2016.

[4] Nota del traductor: Zack Polanski es actualmente sublíder del Green Party of England and Wales y una de las figuras más visibles de su ala progresista. Representa una corriente interna de los Verdes que defiende una orientación ecosocialista, radicalmente democrática y vinculada a los movimientos sociales, con énfasis en la justicia climática como justicia social. Ha tenido un papel relevante en las disputas por el liderazgo del partido, situándose como referente alternativo a corrientes más moderadas o institucionalistas.

[5] Nota del traductor: Angela Rayner es diputada laborista y actual vice-líder del Partido Laborista bajo Keir Starmer. Representa el ala más tradicional y sindical del partido, pero al mismo tiempo se ha ido alineando con la dirección de Starmer.[6] Nota del traductor: Los allotments (huertos comunitarios urbanos) son un símbolo clásico del ecologismo y de la vida comunitaria británica. Con esta mención, Corbyn quiere marcar distancia con Angela Rayner y la actual dirección del Labour, acusados de menospreciar o vender estos espacios, y al mismo tiempo acercarse a los Verdes mostrando coincidencia en la defensa de causas locales y ambientales.

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