El día 28 se hacen público otro parte médico: parálisis intestinales, trombosis venosa mesentérica: situación crítica. Las «heces en forma de melena» vendrían poco después. Fueron innumerables los comentarios jocosos acerca de esta forma de comunicar la agonía. Don Juan Carlos asumía las funciones de Jefe de Estado por un decreto del día 30 de octubre. El 3 de noviembre a Franco le falta la respiración y tiene una hemorragia gástrica. Comienza a expulsar la sangre por vía anal. Las condiciones son inconcebibles. Franco está en el Pardo en unas condiciones de hospital de campaña. Dado el estado del paciente los médicos se enzarzan en una gran pelea sobre si vale la pena operar o no. Incluso su hija no quiere operarlo. Al final lo operan. Deciden trasladarlo a un hospital, pero no hay tiempo. La sangre mancha la cama y las alfombras. Lo trasladan en una camilla al botiquín del regimiento, un espacio deprimente a unos 200 metros. Dos ministros tienen que ayudar a cambiar la funda del colchón lleno de sangre. Los ayudantes tienen que sostener a mano las lámparas que acercan al bisturí del Dr. Hidalgo Huerta, que es quien abre el vientre del Generalísimo. El Pardo se queda prácticamente a oscuras para concentrar allí toda la energía. A pesar de ello, el bisturí eléctrico falla. Por fin, el Dr. Hidalgo Huerta liga la arteria rota y la hemorragia cesa. Franco ha perdido la consciencia. Nunca más volverá a recuperarla, excepto, quizá, para tener algunos momentos, poquísimos, de lucidez.




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