Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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 Najat El Hachmi: un toque de atención a las izquierdas desorientadas.

12/10/2023

Reseña del libro de Najat El Hachmi: Siempre han hablado por nosotras. Ediciones 62. Barcelona, 2019

Este es un libro notable. No es una novela, es un manifiesto personal, contundente, librepensador, atrevido y claro. El Hachmi nos explica en primera persona, pero con un enorme bagaje ideológico y cultural, una gran lucha sepultada en la que combaten calladamente chicas en todos los barrios y pueblos de España, sin que reciban el más mínimo mensaje de apoyo de una gran parte de la izquierda, que parece mirárselo desde el relativismo benevolente e inmoral más salvaje.

Este libro lo tendría que leer mucha gente, pero especialmente aquellas personas que se consideran de izquierdas y que parecen haber descubierto con fruición la desastrosa supersticiosa e irracional visión posmoderna radical. A la izquierda le ha costado 40 años sacarse de encima la mentalidad nacionalcatólica y volver a saber que hay que ser laico para poder ser libre. Y ahora cuando la visión católica se ha estampado por los acantilados de la historia, resulta que nos quieren hacer creer que los nuevos Roucos  Varelas, los imames radicales barbudos, son  guais. Los imames quieren subyugar y tapar las mujeres diciendo las mismas tonterías machistas que los carcas católicos. Es sorprendente porque el panorama patriarcal que dibuja El Hachmi de niña es exactamente el mismo que en la España de antes de los setenta. Idéntico.

Una gran parte de las izquierdas de aquí prefieren colocar a las listas electorales mujeres veladas -alienadas- que mujeres libres. Las feministas de otros orígenes alucinan y se cabrean, con razón: no estaba preparada para el escenario actual, dice El Hachmi. Yo tampoco, añadiría. Eso sí, no vemos ningún hombre con chilaba a las listas electorales de los partidos de izquierdas. Y ninguna mujer con mantilla. ¿Por qué será?

Hay también una parte de la izquierda desbarrada que afirma, sin encomendarse a ningún criterio ni razón, que el feminismo es burgués. Y que todas las feministas tienen comportamientos colonialistas. En primer lugar, el feminismo es de izquierdas obrerista o intelectual. En segundo lugar considerar que el verdadero feminismo como Teresa Claramunt o Isabel Vilá es colonialista, es abracadabrante. Teresa Claramunt fue detenida por la revuelta de la Semana Trágica, -Semana Gloriosa por las izquierdas del momento- y ahora algunas personas la consideran colonialista. Realmente desconocen todo sobre la historia. La Semana Trágica fue muchas cosas, pero fundamentalmente una revuelta de las mujeres contra la leva de quintas de una guerra colonial, nada más y nada menos. Era la llamada guerra melillense, en el Gurugú, en el norte de África. Solo desde la mala fe o simplemente -lo más probable-, el radical desconocimiento de la historia del feminismo se pueden afirmar estas imbecilidades.

Es El Hachmi quién nos recuerda que las libertades que tenemos han costado el esfuerzo de muchas generaciones de mujeres. Y que las podemos perder si nos despistamos un poco. Es una mirada de quien ha crecido de niña en otras realidades y que nos hace dar cuenta del que tenemos y porque lo tenemos.

El feminismo de aquí no ha sido nunca cosa de «feministas blancas occidentales colonialistas y burguesas». Incluso Ángeles López de Ayala pagaron con prisión su osadía de montar manifestaciones feministas en Barcelona. La ilustración no son valores etnocéntricos, hay valores humanos universales, esconderlo es aceptar la sumisión de las mujeres.  Azar Nafisi una feminista iraní, nos explica en Cosas que he callado que en el Irán de Jomeini empezaron a pegar las mujeres que no llevaban velo. ¿Los colegas progres “laicos y progresistas” (dice textualmente) les decían “Por qué hacer tantos aspavientos por un trozo de tela?” ¿Os suena?  Después hizo un edicto haciendo que el velo fuera obligatorio y se tuvo que retractar cuando vio la potencia de las organizaciones de mujeres y de las grandes manifestaciones al grito de “la libertad no es oriental ni occidental. La libertad es global”.

Las izquierdas tienen que apoyar sin reservas a aquellas mujeres que luchan en España por cosas tan básicas como poder ir de excursión en la escuela, hacer gimnasio, ir a la playa, salir con amigos, estudiar bachillerato o en la universidad, e ir vestidas sin taparse los cabellos. En fin, la vida que encontramos normal aquí.

La directora de la escuela le dejó claro que con pañuelo no podía ir a la escuela: «no le agradeceré nunca bastante que me impusiera aquel límite, Gracias a esto no me cavé la propia fosa abrazando la prisión del islamismo.» ¿Y la izquierda a favor de quien se tiene que situar? A favor de las chicas que luchan contra la alienación, y la subyugación religiosa y cultural. La izquierda tiene que estar con las feministas laicas del mundo. Feminismo islámico es un oxímoron como feminismo católico.

Este libro de El Hachmi tiene que acabar siendo un punto de referencia donde queden retratadas aquellas personas de izquierdas que les hace gracia la subyugación de las mujeres en manos de la familia, la comunidad, o la mezquita. Hay personas de izquierdas que ven islamofobia donde solo hay anticlericalismo. Gracias a los anticlericales ahora hay libertad religiosa. Donde mandan los del libro sagrado como sabemos muy bien en España, se ha acabado la libertad de conciencia. Hay que estar atentos. Los referentes de la izquierda tienen que ser personas como la española, Mimunt Hamido, la somalí, inicialmente socialista,  Ayaan  Irsi –Mi vida mi libertad– en la versión original Yo acuso,  Chahdorttt  Djavan Abajo lo  velo, la feminista iraní que había militado en la Juventud Comunista  Azar  Nafisi, la feminista tunecina  Fawzia  Zouari, la  argelina feminista y socialista  Marieme- Hèlie Lucas o la marxista iraní Mina  Ahadi.

Leed el libro de  Najat El Hachmi y os daréis cuenta que el relativismo moral con el que determinada izquierda mira este choque cultural no es nada más que racismo.

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