Inteligencia para concebir, coraje para querer, poder para forzar

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Revista laica para la reflexión y la agitación política republicana

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Moral de la activista y el agricultor

13/01/2023

Breve resumen de las ideas de Guyau y Kropotkin para mantener una moral de combate. 

“Vos no vivís, vegetáis, pero yo he vivido.”

P. Kropotkin

“Premium ipsa virtus.” (La recompensa es la virtud misma)

“Cuanto más inferior es una población, más ciegamente conservadora es.”

J. M. Guyay

La animación sociocultural nos lleva a la acción en el contexto social y esta a la valoración sobre la bondad de la misma y de las conductas humanas vividas en su ejecución. En otro orden, la lucha de clases también es un combate moral desde el momento que las oligarquías pretenden justificar su modo de actuar como moralmente aceptable. 

Sea por una, otra, o ambas razones el pensamiento sobre la moral me ha interesado. A finales del invierno de 2015 cayó en mis manos la lectura de “La moral anarquista” de Piotr Kropotkin. Recomendando a la lectora la lectura de este breve ensayo, anticipo los pilares de la moral según el autor:

  • La moralidad nace de la empatía con el otro y su sufrimiento.
  • La solidaridad con el otro es la ley natural. 
  • El apoyo mutuo es la ley de progreso, para él la cúspide de la Evolución.
  • Igualdad en las relaciones mutuas: «(…) renunciamos a tratar a los demás como nosotros no quisiéramos ser tratados por ellos.” 
  • Renunciamos a toda sanción, a toda obligación moral. No tememos decir: “Haz lo que quieras y como quieras. Lo más que podemos hacer es dar un consejo, y aun dándolo añadimos (…): síguelo si te parece bueno.”

El ruso sustenta las tesis de su opúsculo en la obra de Jean Marie Guyau “Esbozo de una moral sin obligación ni sanción», al que cita ya en sus primeras páginas. Las alabanzas por el francés me hicieron seguir el hilo rojo. Y no defraudó. Si el librito del ruso es bueno, el del galo es mejor. 

Guyau, profesor de filosofía en el liceo Condorcet, murió con 34 años en 1888. Con esa breve vida nos regaló el Esbozo. Pronto el autor nos da pistas de la utilidad de su moral para el activista al plantear que el ser superior “es aquel que une la sensibilidad más delicada a la voluntad más fuerte”, y advirtiendo que “la voluntad que flaquea se condena a sí misma, poniendo en marcha una especie de suicidio.” 

Los militantes, los animadores socioculturales vivimos en un no parar. Guyau nos estimula afirmando:

«El ser superior, por el contrario, descansa gracias a la variedad de la acción como un campo por la rotación de cultivos; el fin perseguido en la cultura de la actividad humana, es pues la reducción al mínimo imprescindible de lo que podría llamar períodos de barbecho. Actuar, es vivir, actuar más, es atizar el fuego de la vida interior. El peor de los vicios será, según este punto de vista, la pereza, la inercia.»

Si tienes dudas, el galo te lo deja claro: “(…) la vida tiende a mantenerse y crecer en todos los seres”, o sea que las dudas te quedan resueltas: o te mantienes o para adelante. En estas, llegamos al debate moral de la obligación del deber. Aplica la teoría de las ideas fuerza: «comprender ya es empezar en uno mismo la realización de los que se comprende; concebir algo mejor que lo que existe es el primer paso para realizar esa cosa”. Por tanto, la obligación es una expansión interior, una necesidad de perfeccionar nuestras ideas haciéndolas pasar a la acción. Así culmina: “(…) la voluntad no es más que un grado superior de inteligencia, y la acción un grado superior de la voluntad.”

Para las animadoras socioculturales, sometidas en ocasiones a duras pugnas con compañeras que no comparten la acción o que se escudan en excusas para la inacción, encontrarán en Guyau un aliento incorruptible. En sus conclusiones finaliza: “Quien no conforme su acción a sus pensamientos más altos está en conflicto consigo mismo, dividido interiormente.” Y respecto al deber del activista nos espeta: ”(…) es más cierto decir puedo, luego debo.”  

En conclusión, cuidémonos las heridas y sigamos actuando, cómo decía José Pérez, agricultor del secano de Torrellas: “Si te paras, estás muerto.”

José Pérez (Torrellas, 1935-2018) cultivó cereal y almendros en el secano moncaino. Él y Conchita Lapuente abrieron su casa de par en par para facilitar que el Movimiento Laico y Progresista de Aragón pudiera instalarse en lo que ahora es el Centro de Formación La Nave. In memoriam.

Véase:

Kropotkin, P. (2014) La moral anarquista. Madrid. Ed. Catarata.

Guyau, J.M. (2013). Esbozo de una moral sin obligación ni sanción. Oviedo. Ed. KRK.

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